sábado, 7 de octubre de 2017

Carta de renuncia de Fabricio Ojeda al Congreso de la República




Fabricio Ojeda, revolucionario venezolano, vilmente asesinado en los calabozos del Sifa, policía política durante el gobierno de Raúl Leoni (AD), el 21 de junio de 1966.


Conocido en el FALN como el Comandante “Roberto”, nació el 6 de febrero en 1929 en Boconó, (Trujillo). Reportero desde los tiempos del régimen de Marcos Pérez Jiménez. Fue Jefe de la “Junta Patriótica” en la clandestinidad, organización que derrocó la dictadura Perezjimenista el 23 de enero de 1958. Militante fundador de Unión Republicana Democrática (URD). Ingresa al Congreso como Diputado de URD en 1958, solidarizándose con el triunfo de la Revolución Cubana.


El 30 de junio de 1962 renuncia al Congreso y marcha a los Andes a organizar un Frente Guerrillero de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN).


Caracas, 30 de junio de 1962.
Señores
Presidente, Vicepresidente y demás
miembros de la Cámara de Diputados
Palacio Legislativo
Caracas.

Distinguidos colegas:


En el primer aniversario de la suspensión de las garantías Constitucionales, un grupo de estudiantes de la Universidad Central y yo, hicimos una promesa de extraordinaria significación. Estábamos en el Cementerio General del Sur, frente a la tumba de Alberto Rudas Mezzone – uno de los tantos jóvenes caídos en la lucha por la libertad -, allí levantamos las manos y las voces y juramos: que el sacrificio de nuestros mártires no sería en vano. Juramos continuar sus pasos y cumplir su obra, para que la sangre derramada retoñase en nueva vida para el pueblo.

Y desde entonces comenzamos a prepararnos para el cumplimiento irrenunciable. Con este objetivo, redimir al pueblo haciendo honor al sacrificio de sus mártires, hemos trabajado sin descanso, hemos luchado sin cesar. Ahora a mí, solo me queda, como decía un insigne pensador latinoamericano, “cambiar la comodidad por la miasma fétida del campamento, y los goces suavísimos de la familia por los azares de la guerra, y el calor del hogar por el frío del bosque y el cieno del pantano, y la vida muelle y segura por la vida nómada y perseguida y hambrienta y llagada y enferma y desnuda”.

Es por ello, colegas Diputados, que vengo ante ustedes a expresar la decisión de dejar el Parlamento – este recinto que pisé por voluntad del glorioso pueblo caraqueño, hoy oprimido y humillado -, para subir a las montañas e incorporarme a los compañeros que ya han iniciado el combate y con ellos continuar la lucha revolucionaria para la liberación de Venezuela, para el bienestar futuro del pueblo, para la redención de los humildes.

Estoy consciente de lo que esta decisión implica, de los riesgos, peligros y sacrificios que ella conlleva; pero no otro puede ser el camino de un revolucionario verdadero. Venezuela – lo sabemos y los sentimos todos -, necesita un cambio a fondo para recobrar su perfil de nación soberana, recuperar los medios de riqueza hoy en manos del capital extranjero y convertirlos en instrumento de progreso colectivo. Necesitamos un cambio a fondo para liberar al trabajador de la miseria, la ignorancia y la explotación; para poner la enseñanza, la técnica y la ciencia al alcance del pueblo: para que el obrero tenga trabajo permanente y sus hijos amparo y protección. Venezuela, en fin, necesita un cambio profundo para que los derechos democráticos del pueblo no sean letra muerta en el texto de las leyes; para que la libertad exista y la justicia impere; para que el derecho a la educación, al trabajo, a la salud y al bienestar sean verdaderos derechos para las mayorías populares y no privilegios de escasas minorías. Pero nada de esto podrá lograrse en un país sub-desarrollado y dependiente, como el nuestro, sino a través de la acción revolucionaria que concluya con la conquista del Poder Político por parte del pueblo. De otra manera, tanto los instrumentos de poder, como los medios de riqueza, continuarán en manos de los monopolios internacionales y de las castas oligárquicas del país, con la consiguiente explotación de los trabajadores, la proliferación del hambre y la miseria y el abandono permanente del pueblo. Esta situación precisa una transformación estructural que cambie el sistema formalista de la democracia por la efectiva realización de la misma: es decir, que arrase con todo lo podrido, con todo lo injusto, con todo lo indigno de nuestra sociedad y en su lugar erija una nueva vida de justicia y libertades.

A estas alturas de la historia, cuando un vendaval de renovación sacude al mundo, los venezolanos no podemos permanecer aferrados a una vida política, sin perspectivas de futuro y que mantiene al país sumergido en el subdesarrollo económico, en el atraso crónico y al pueblo, doblegado bajo el peso constante de la miseria y la ignorancia y el hambre. Venezuela es un país privilegiado por la naturaleza. Las entrañas de su tierra están pobladas de riqueza y sobre la superficie crecen montañas de dinero. Pero estas riquezas y este dinero sólo van a parar a los bolsillos de los grandes tiburones de la política nacional e internacional, mientras que el pueblo, dueño de ellas, se debate entre la angustia de no poseer nada y el dolor de su precaria situación económica. Este país, donde se produce tres millones de barriles de petróleo diariamente y mas de veinte millones de toneladas de hierro cada año, donde las empresas extranjeras que lo explotan acusan utilidades que sobrepasan los mil quinientos millones de bolívares anuales, vive un drama terrible con centenares de miles de obreros sin trabajo, con centenares de miles de campesinos sin tierra, con centenares de miles de niños abandonados y sin escuelas, con centenares de miles de analfabetos, con legiones de indigentes que escarban en los desperdicios en busca de alimentos y centenares de miles de hombres y mujeres sin techo que se arrastran hacinados en ranchos insalubres, sin la menor protección social, sanitaria o económica. Este país que es el mas rico de toda la América Latina, muestra ante los ojos angustiados de su gente, un panorama de males y penurias que se ahonda en la existencia misma de grandes contradicciones: mientras unos lo tienen todo, comodidades, lujos, placeres y bonanza; otros nada poseen, ni nada les espera, a no ser la muerte en la mas completa pobreza. Mientras unos tienen en bancos y cajas fuertes millones de bolívares, otros carecen de recursos mas elementales de la vida humana. Mientras unos pueden mandar a sus hijos a los mejores colegios, otros tienen que resignarse a ver a los suyos crecer en la ignorancia. Mientras unos viven como parásitos, sin trabajar ni producir, otros no encuentran donde colocar su fuerza de trabajo. Mientras unos ven a sus mujeres dar a luz en clínicas lujosas, otros, los más, tienen que conformarse con verlas parir como animales en sus ranchos inmundos.

Este es el drama, la horrible tragedia de nuestro país y nuestro pueblo. Buscarle remedio es responsabilidad de los venezolanos progresistas, encontrarle solución es deber irrenunciable. Pero no debemos detenernos en aplicar los consabidos “paños calientes” que sólo postergan la enfermedad, sino que hemos de ir a su misma raíz para extirpar, como el buen cirujano, los orígenes del mal. Ya el pueblo venezolano está cansado de promesas que no pueden cumplirse y esta ya decepcionado de una democracia que no llega, pero que a nombre de la cual se le maltrata, se le persigue y se le engaña.

Ningún movimiento político ha negado hasta ahora estas realidades; pero lo que es realidad y convicción para algunos, es demagogia y politiquería para otros. Esto se ha venido demostrando, al menos, en nuestra accidentada historia, en nuestro proceso republicano. Una cosa ha sido la prédica política fuera del poder y otra, muy distinta, acción de gobernantes. Y a cada paso, salta a la vista cómo el pueblo, las mayorías hambrientas, miserables y desamparadas, no han sido más que infeliz escalera cuyos peldaños trepan ambiciosos y carreristas. Todo hasta ahora ha sido engaño, mentira, farsa vergonzosa que compromete responsabilidades y escarnece principios. La democracia no ha sido otra cosa que medio para ese engaño, para esa mentira, para esa farsa vergonzosa. A través de la prédica insinceras de sus postulados y noblezas se ha oprimido, se ha vejado, se ha explotado al pueblo. La democracia que defienden quienes oprimen y roban en su nombre, ha servido solo como escudo para la ignominia, la podredumbre, la corrupción y la desvergüenza de quienes sirven intereses extraños y de quienes entienden la democracia como instrumentos de apetitos subalternos. Consecuencia de esto es el papel que en nuestro país están jugando instituciones democráticas como el Parlamento, son esencia misma de la soberanía popular.

Yo sé que muchos de ustedes, colegas Diputados, creen de buena fe que lo que está ocurriendo hoy en nuestro Parlamento – el poder mas importante de la democracia representativa – es producto de la poca experiencia democrática que tenemos los venezolanos o simplemente resultados de contradicciones circunstanciales que pueden ser superadas con un cambio sencillo en el tren gubernamental. Y que aquí podría resolverse el ingente problema nacional: conquistar la independencia del país y crear bases perdurables para el bienestar colectivo, a través de la lucha cívica, o lo que es lo mismo, en el tránsito pacífico de las propias instituciones. A mi juicio, quienes así piensan, o están equivocados honestamente, o lo que es más grave: ocultan su propia cobardía. O temen que la Revolución los arrase o jueguen a la demagogia para satisfacer ambiciones egoístas. O no han logrado comprender la naturaleza y carácter de las fuerzas reaccionarias que tradicionalmente han impuesto la opresión, el escarnio y la humillación al pueblo venezolano, o quieren disfrazar sus verdaderas intenciones.

Este pueblo que ofrece sangre y vida por la libertad, creyó igual que muchos de ustedes en una solución pacífica del problema venezolano. Yo mismo y conmigo quienes intervinieron en el gran movimiento de la Junta Patriótica, creímos de buena fe, sinceramente, que con el derrocamiento del tirano y el retorno a la Patria de todos sus hijos perseguidos, podría lograrse un entendimiento general unitario, venezonalista, que trabajara por el engrandecimiento de la país, por la dignidad de los venezolanos, por la independencia misma de la Nación. Esta ilusión de jóvenes ingenuos, de políticos sin malicia, todos buena fe y buena voluntad, se derrumbo bajo el peso del egoísmo y las ambiciones de otro. El 23 de enero, lo confieso a manera de autocrítica creadora, nada ocurrió en Venezuela, a no ser el simple cambio de unos hombres por otros al frente de los destinos públicos. Nada se hizo para erradicar los privilegios ni las injusticias. Quienes ocuparon el Poder, con excepciones honrosas, claro está, nada hicieron para liberarnos de las coyundas imperialistas, de la dominación feudal, de la opresión oligárquica. Por el contrario, sirvieron como instrumento a aquellos intereses que gravitan en forma negativa sobre el cuerpo desfalleciente de la Patria. Pero, al menos, crearon un clima de libertad, de respeto, de convivencia entre los venezolanos, ausente hoy de la vida nacional. Todo lo demás es producto de cuestiones más profundas que penetra en la razón misma de un sistema político creado por el engaño y la mentira. Y es que era de ingenuo o de iluso pensar que con el sólo derrocamiento del tirano y el retorno a la vida institucional, con poderes elegidos, se había logrado la solución de nuestros problemas. Nosotros creímos, de muy buena fe, lo repito, que las diferencias transitorias podrían ponerse a un lado para sentarse todos a trabajar por la Patria, para que cesaran los viejos odios, las rencillas parroquianas y cada uno pensara mas en el progreso del país que en sus intereses personales. Nosotros creímos que el patriotismo estaba por encima de banderías y de grupos. Pero lo primero que algunos hicieron de regreso al país, fue atentar contra la Junta Patriótica, contra sus miembros fundadores, que en la resistencia habían sabido trazar una línea política justa que culminó con la victoria popular. Mas, ahora estamos convencidos que todo lo ocurrido, que el nuevo fracaso, no fue sino el resultado de las grandes contradicciones económicas y sociales que se agitan en nuestra sociedad, que pugnan dentro de un sistema político como el nuestro. No podía esperarse otra cosa sino se había hecho otra cosa que cambiar los hombres del gobierno. El 23 de enero hubo solo esto: un cambio de nombres. La oligarquía explotadora, los servidores del imperialismo buscaron acomodo inmediato en el nuevo gobierno. El poder político había quedado en manos de los mismos intereses y los instrumentos de ese poder seguían bajo la responsabilidad de las mismas clases. Así hemos seguido, pero esto no podrá continuar por mucho tiempo. Ya el pueblo de Venezuela como todos los pueblos oprimidos del mundo, se ha dado cuenta de las causas que originan sus males. Y todos estos pueblos se han planteado la histórica tarea de la liberación económica y política, para emprender el desarrollo independiente que ha de cristalizar en progreso, en bienestar, en felicidad para los humildes. Un ejemplo de la victoria popular hay ya resplandeciendo en América Latina: La Revolución Cubana. Este hecho ha contribuido enormemente a esclarecer el panorama futuro de nuestros pueblos, a despertar a las masas dormidas, a abrirle los ojos a los engañados y a galvanizar la conciencia revolucionaria y antiimperialista que se agiganta en la fibra más honda de nuestro patriotismo, de nuestro sentimiento nacionalista.

No obstante las realidades objetivas, las experiencias propias y extrañas, el pueblo venezolano, amante siempre de la paz ha querido resolver sus problemas a través del camino cívico. Y a pensar de todos los contratiempos, se hizo grandes ilusiones al cambiar la correlación de fuerzas en el seno del Congreso Nacional. Nuestro pueblo creyó que el control de la oposición sobre la Cámara de Diputados y sobre el Poder Legislativo, abría de veras nuevas perspectivas para erradicar la violencia y pacificar el país. Pero ya esas ilusiones han sufrido fuertes golpes y definitivamente se han venido abajo, frente a las indefensión del Parlamento ante un Ejecutivo prepotente y arbitrario. Dos meses hace que esta Cámara de Diputados, en medio del tácito regocijo popular, aprobó radiodifundir algunas de sus sesiones y todavía esta resolución no ha podido ser cumplida. Hace igualmente dos meses que el Congreso Nacional, en uso de sus atribuciones y facultades constitucionales, decretó la restitución de las garantías que por mas de un año estuvieron suspendidas; pero a pesar del Decreto del Poder Legislativo, se continúan allanando hogares, apresando ciudadanos sin delitos. Y al amparo de un decreto pérezjimenista que el pueblo derogo el 23 de Enero se prohíbe a la Unión Nacional de Mujeres un acto en el Palacio de los Deportes de Caracas para hablar sobre la devaluación del bolívar y su incidencia en el ya alto costo de la vida; al amparo de ese mismo decreto, el gobierno de Betancourt prohíbe a los trabajadores, a las clases obrera revolucionaria celebrar el 1° de Mayo, Día Internacional del Trabajo. Y por si ello fuera poco, los agentes de la represión oficial, sus bandas armadas, arremetieron contra obreros indefensos que desafiando el terror salieron a la calle para conmemorar su día con su dignidad. Algunos muertos y numerosos heridos – sangre del pueblo – fueron el balance del 1° de Mayo en todo el país. Pero estos no son hechos aislados de la arbitrariedad transitoria, sino norma y razón de ser de un gobierno al margen de la ley, que no respeta la Constitución, ni respeta el Congreso, ni respeta nada. En El Tigre, en Punto Fijo, en Valencia, en toda la extensa latitud venezolana se dispara contra trabajadores indefensos que expresa su libre voluntad dentro del movimiento sindical. Y frente a los Liceos, estudiantes de todas las edades bautizan con su sangre promisoria el regreso “a la normalidad constitucionalidad”. Y es que el Ejecutivo no respeta las decisiones del Congreso, sino sus aspectos meramente formales.

¿Pero no es el Poder Legislativo el más importante, el poder fundamental de la constitucionalidad? ¿No es el Parlamento elegido por el pueblo, la esencia misma de la soberanía popular? Todo ello es cierto, más dentro de un sistema político como el que vivimos los venezolanos, el Poder Legislativo opera normalmente cuando su mayoría sirve a los mismos intereses del Poder Ejecutivo y responde a la misma composición de éste. Cuando se opera en fenómeno contrario, es decir, que la oposición controla el Parlamento, entonces frente a él se levanta la muralla de la amenaza, del irrespeto y el atropello. Se atropella al Parlamento y a su misma dignidad, cuando se burla el convenio de caballeros celebrado entre el Presidente de la República y la Directiva de la Cámara de Diputados para resolver el angustioso problema de la huelga de hambre de los presos políticos. Se atropella al Parlamento cuando el ministro de Relaciones Interiores, niega los canales de la Radio Difusora Nacional – utilizada por el Ejecutivo cuando le viene en gana – para transmitir las sesiones de la Cámara de Diputados. Y pendiente está la amenaza de engavetar el Proyecto de reglamentación de las garantías que apruebe la oposición en Diputados, si aquél no responde a los arranques fascistas, a las características tiránicas, a la esencia despótica de la Vieja Guardia y COPEI. ¿Entonces cómo contar con el Parlamento para la Revolución que nuestro pueblo tiene planteada? ¿Es que podrá la Cámara de Diputados o el Congreso garantizar el cumplimiento de leyes progresistas y patrióticas, sino ha podido radiotransmitir una sola de sus sesiones y no ha podido impedir los atropellos, vejaciones y persecuciones, a pesar de haber restituido las libertades públicas? ¿Podrá garantizar este Congreso la aprobación y aplicación de una Ley contra los monopolios que saquean nuestras riquezas? ¿Podrá este Congreso ejecutar y hacer ejecutar una reforma amplia en el sistema económico y social de la República? Ya se ha evidenciado, señores Diputados, que ello es imposible mientras no haya un cambio a fondo en el sistema político venezolano. Un análisis detenido de esta situación, de la impotencia en que estamos para hallar una solución pacífica al problema nacional; un estudio de cómo el gobierno ha tomado el atajo de la ilegalidad, irrespetando la Constitución y atropellando las instituciones democráticas, de cómo la democracia en nuestro país es solo una farsa, una mentira, para encubrir la opresión, el crimen y la arbitrariedad; de ver cómo la libertad no existe para el pueblo, ni la justicia impera para el pueblo; el ver cómo los periodistas son encarcelados a pasar de la vigencia de la libertad de expresión; una consideración general de este panorama de corrupción, de este ambiente de persecución, de esta vida de angustia; un examen de la situación que nos deja el Parlamento burlado, la soberanía mediatizada, el pueblo humillado, la dignidad perdida y las riquezas hipotecadas, me han llevado a la conclusión, como a muchos otros venezolanos, que aquí se necesita un cambio radical una transformación verdadera que convierta nuestro país en Nación libre, próspera y digna.

Consecuencia de esta firme convicción, resultado de ese análisis, es la decisión que he tomado de combatir con las armas en la mano, como lo hace el pueblo cuando quiere conquistar la libertad, y buscar en la acción revolucionaria la solución de nuestros grandes problemas, y lograr para el pueblo una vida nueva, distinta a la precaria existencia que ha llevado durante siglo y medio de República injusta. Esta decisión me honra y compromete, a la par que me satisface. Igual camino han tomado en épocas y países distinto los mas notables hombres de la humanidad. Igual decisión tuvieron que tomar nuestros Libertadores frente a una Patria colonizada, frente a un pueblo esclavizado. Ellos, los forjadores de nuestra nacionalidad, nos trazaron el camino y nosotros hemos de continuarlo con iguales, sacrificios, con los mismos riesgos y la misma fe, para despedazar las nuevas cadenas del dominio extranjero y garantizar la plena independencia nacional.
Esta es nuestra decisión, este nuestro camino. Vamos a las armas con fe, con alegría, como quien va al reencuentro de la Patria preferida. Sabemos que con nosotros está el pueblo, el mismo que en todas las épocas memorables ha dicho presente ante todo lo noble, ante todo lo bueno, ante todo lo justo.

Nuestra decisión de incorporarnos a los estudiantes, obreros y campesinos que hacen la guerra de guerrillas en Falcón, Portuguesa, Mérida, Zulia, Yaracuy, obligados por la brutal represión del gobierno que amenaza con la muerte, la tortura y la cárcel a quienes se oponen a sus designios, obedece a la firme convicción de que la política de las camarillas que ejercen hoy el Poder no muestran ningún ánimo para dar soluciones a la crisis política venezolana a través del dialogo y la senda electoral. Toda la maquinaria oficialista ha sido desde ya colocada al servicio de los grupos exclusivos que forman la intimidad del actual Presidente y sin espíritu de servicio a la Patria y al Pueblo, tales grupos han privado a los venezolanos de sus mas elementales derechos y desde ahora preparan el fraude que les permite perpetuarse en el Poder, a usanza de todos los gobiernos despóticos que el país ha padecido.

Esperar que esta burla sangrienta se consagre sin mengua de la propia dignidad, no sólo es cobardía, es alentar falsas ilusiones cuyas consecuencia serían fatales para nuestro desarrollo democrático. Ya el grupo que gobierna ha demostrado hasta la saciedad que sólo conoce el método de la violencia, el camino de la ilegalidad. Frente a su soberbia, no cabe otra actitud para aceptar al reto y disponerse a combatirlo con sus mismos métodos, para que los venezolanos puedan, libres del Gobierno de Betancourt, libres de sus odios e intrigas, de su corrupción e incapacidad, de su politiquería y pequeñez moral, de su sectarismo y maldad, darnos un gobierno verdaderamente nacional, respetuoso de la ley democrática, fiel servidor del pueblo y leal a la independencia y soberanía nacionales.

Hacemos armas contra la violencia, la represión, las torturas, el peculado. Tomamos las armas contra las depravaciones y la traición. No lo hacemos por romántica concepción de la lucha ni sometidos a otra decisión que a la nuestra, sólo comprometida con Venezuela. No hacemos la guerra contra las Fuerzas Armadas, en su conjunto, en cuyo senos nos consta por experiencia personal y por la acción conjunta que libramos en Enero del 58, se han formado Oficiales cuya única ambición es también la nuestra: ser útiles a la Patria y servir a su grandeza y soberanía. Y porque la inmensa mayoría de los clases y soldados pertenecen a las clases humildes, a las familias sin pan, ni tierra, ni libertad. Y si algunas de sus jerarquías han sido colocadas como ciego e incondicional instrumento personalista del grupo de Rómulo Betancourt, ello no puede ocultarnos que más temprano que tarde civiles y militares nos encontraremos juntos en un mismo propósito fraternal y patriótico. Evidencia de esta afirmación es la reciente “Sublevación de Carúpano” y “la heroica acción de Puerto Cabello”, donde Oficiales de limpia trayectoria como Jesús Molina Villegas, Pedro Medina Silva y Manuel Ponte Rodríguez supieron dar un paso al frente de la historia, antes de vivir en la ignominia. Allí se demostró como en el seno de las Fuerzas Armadas hay hombres que sienten la Patria en su exacta dimensión y que inspirados en las lecciones de Bolívar, siguen su ejemplo de valor, de nobleza y patriotismo y como este Gobierno llega hasta el bombardeo de ciudades abiertas, al genocidio, para tratar de conservar una situación ya insostenible. El comino trillado por ellos habremos de continuarlo para que al salir de la prisión gloriosa, los Oficiales, clases, soldados y civiles de la heroica acción de Carúpano y Puerto Cabello, puedan vivir dentro de una Patria nueva, como la que hemos soñado todos y por la cual ellos combatieron. No hacemos las armas contra el Ejército, la hacemos contra quienes sirven a los monopolios extranjeros causantes de nuestra pobreza; hacemos la guerra, contra los asesinos de estudiantes, de obreros, de campesinos; hacemos la guerra contra los que roban y comercian a nombre de una democracia falsa; hacemos la guerra contra los que siembran el hambre, la angustia y el dolor en la familia venezolana; hacemos la guerra contra una vida de corrupción, de odios y de intrigas; en fin, hacemos la guerra para que la aurora de la libertad y la justicia resplandezca en el horizonte de la Patria.

El gobierno ha querido que esta lucha sea así. Ni nosotros ni nadie puede esperar que ella pueda decidirse a corto plazo. Hemos emprendido una acción dirigida a barrer con la injusticias, la traición y la corrupción en nuestra sociedad, una acción que sólo puede triunfar si se forja poderosa en un movimiento nacional de amplitud popular, civil y militar a todo lo largo y ancho del país, del cual somos apenas un pequeño engranaje. La lucha será prolongada, llena de riesgo y sacrificios. Pero la victoria no podrá rehusarse a quienes se dan a esa lucha haciendo descansar sus ideales en el pueblo y su sacrificio en una causa nacional y democrática; a quienes sólo tienen como ambición, servir a la Patria escarnecida. Y si algo faltara para justificar mi actitud, ahí está el asalto fascista a los diarios “La Tarde” y “Clarín”, voceros insobornables del pueblo, en la destrucción de cuyas máquinas está el gobierno retratado de frente. Pero además me alienta las palabras pronunciadas en esta Cámara por el Diputado de Acción Democrática, doctor Elpidio La Riva Mata, en las cuales traduce el clamor de nuestro pueblo, al expresar valientemente:

“El gobierno no quiere guerrillas, pero tampoco quiere prensa libre, mitins, manifestaciones ni ejercicio cabal de las libertades públicas; por eso sus bandas armadas realizan salvajes actos como el efectuado el sábado en las oficinas y talleres de “Clarín” y “La Tarde”. El actual gobierno esta incapacitado para regir democráticamente los destinos del país. En este sentido, la perspectiva electoral es bastante oscura. ¿Pueden los sectores de oposición contemplar con optimismo hechos como este que liquidan las vías pacíficas de la contienda política?”
Para agregar después:

“Todo el cuerpo de la Constitución y todas las manifestaciones de la constitucionalidad están acribillados por los hechos de este Gobierno…”.

Y me alienta, igualmente, el pensamiento del Senador José Octavio Jiménez, cuando dice:

“Tengo varios hijos y prefiero verlos morir en el combate guerrillero, antes que caer asesinados en las calles por las bandas armadas de este Gobierno…”.

Y me enorgullecen los planteamientos del compañero José Vicente Rangel, que a nombre de mi partido “Unión Republicana Democrática”, expreso la voz y sentimiento de toda su militancia y que yo interpreto como un mandato inexorable.

Pero aun hay algo más que por si solo bastaría para evidenciar lo justo del camino tomado. Ello es, la amenaza que pende sobre nuestra Cámara so-pretexto de erradicar el “extremismo”. Este golpe mortal para la democracia, está ya casi consumado y es posible que sea practicado en pocos días. Las maniobras que se adelantan para llevarlo a cabo, no importan, lo real es que su independencia y su dignidad será acribillada por la soberbia ejecutivista. Ya sea encarcelando a Diputados para cambiar la correlación de fuerza en ella existente; ya sea dejando al Poder Legislativo sin su representación legal como la Comisión Delegada; ya sea por el boicot constante y cada vez más agresivo; lo cierto es que el Ejecutivo, en otro de sus arranques despóticos, ahogará y estrangulará a la Cámara de Diputados, ahora cubierta de dignidad.

La defensa del Parlamento independiente corresponde a todos y la defensa de la Constitución es un deber irrenunciable. Por ello cuando hacemos armas contra este gobierno, las hacemos por la restitución constitucionalidad democrática, por la Cámara de Diputados escarnecida y atropellada, por la independencia de los poderes públicos, por la democracia y la justicia.

Convoque, pues, señor Presidente, al suplente respectivo porque yo he salido a cumplir el juramento que hice ante ustedes de defender la Constitución y leyes del país. Si muero, no importa, otros vendrán detrás que recogerán nuestro fusil y nuestra bandera para continuar con dignidad, lo que es ideal y deber de todo nuestro pueblo.

Abajo las cadenas!! Muera la opresión!!

Por la Patria y por el Pueblo!!

Viva la Revolución!!







Fabricio Ojeda fue electo diputado en 1958 con el partido URD al Congreso Nacional por el Distrito Federal. Se cumplió el pacto de Punto Fijo, el gabinete Betancourt lo formaron adecos, copeyanos y urredistas aliados al imperialismo. El tripartito se repartió entre su militancia cargos y gobernaciones, hasta que URD se retiró del gobierno y del pacto en 1962, dejó su curul en junio de ese año con renuncia pública.







jueves, 3 de agosto de 2017

Croniquilla. El Araureño Mamajúa

Sin duda alguna nada fácil homenajear y descubrir a este inolvidable y popular personaje venido de las rurales épocas gomecistas, salido silenciosamente entre aquellas vecinas aldeas, con sus matices claroscuros dándole paso lentamente y sin apuro al progreso. Hoy, las huellas del tiempo nos alcanzan, nos unen y se alinean con la existencia de la centuria que le vio nacer. Tristemente lo recordamos como un pobre actor social atiborrado de cuentos, atribuciones e invenciones, tal vez ilusorias o a lo mejor son ciertas… su lenta pisada exhibía el fastidioso trajinar de su vida con el padre tiempo.




Hijo de Julia Veloz y de un caletero y sepulturero de nombre Carlos Carrillo, apodado "El Capitán del diablo", labores que también desempeñó nuestro inolvidable y popular personaje . De su labor como sepulturero iniciada en su adolescencia cobra fuerza con un comentario señalado por el historiador y apreciado amigo Wilfredo Bolívar cuando señala: “Mamajúa no salía del cementerio de Acarigua y permanecía al lado de la tumba, cuando esta mujer murió en Acarigua en 1933. Es decir que Julia Veloz murió de apenas 40 años”, tenía entonces 15 años cuando pierde a su protectora progenitora el lozano Mamajúa.

José Ramón recibió por nombre y nació casi en el cuarto lustro del siglo XX precisamente en 1918, los que le recordamos lo vimos con su pausado caminar por las calles de Acarigua y Araure pidiendo mansamente unas monedas. Su patronímico correspondía a que por una dificultad para el aprendizaje en vez de llamar a su madre julia, le decía “Mamajúa”, su torpe marcha por sufrir de un síndrome denominado elefantiasis... Siempre se le veía por las calles con su carro de mano, para recoger basura y su inseparable garrote, este, intimidaba a muchas personas.

Fue una existencia terrible, en un difícil tiempo que le toco vivir, falto de solidaridad, compasión y amor, o de una amiga mano que le hubiese hecho más fácil su pavorosa existencia. Al respecto el conocido médico zuliano y arraigado en nuestras vecinas ciudades, el archiconocido en el argot gaitero Calixto Díaz, le compuso unos versos con su bendecida musa:

“Yo te visto Mamajúa
caminar por la avenida
con una pena escondida
y un gran collar de amargura”

“Mamajúa, Mamajúa;
Mamajúa quien pudiera,
desaparecer tus penas
y convertirlas en dulzura”



Queda para los anales de nuestra localidad: Hoy catorce de abril de 1918 se ha presentado un niño; escribe el facultado secretario de la prefectura del Distrito Páez del estado Portuguesa señor Nicacio L. Calles, hacen acto en el recinto el declarante señor Miguel Dámaso, agricultor en compañía de los testigos presenciales señores Alberto Calles y Jesús Pérez, mayores de edad y vecinos de esta ciudad. Indica el pliego natalicio: “...el niño cuya presentación es hijo natural de Julia Velos de 25 años y vecina de este municipio”. Para las crónicas de nuestra pequeña y grande historias local entonces se registra que nació José Ramón velos (sic) el 19 de enero de 1918, certificado por la primera autoridad civil facultada del distrito Sr. Félix Allanamendi.



Sería sorprendente y reparadora para su alma y en vísperas de casi un siglo de su natalicio una fundación o misión de atención y ayuda para los más necesitados, un epónimo fuera del positivismo exaltador del héroe, paradigma ejemplar en tiempos de cambio, por ser un alma subordinada con la vida, abandonada por ciegos cómplices de los pueblos. Honrarlo otorga esperanza y alimenta optimismo el de que podemos llegar a ser mejores como pueblo y como seres humanos y más con él y para recuerdo de un extraño e insólito hijo, parecido y semejante a muchos como lo es y fue el sufrido “Mamajúa”. Cabe señalar que el personaje hizo vida en Acarigua y su figura se recuerda en el anecdotario de la colectividad. 


Agradecimiento a Yadira Peña por hacer llegar a mis manos la partida de nacimiento del popular personaje. Las fotos en orden agonizante son de Manuel Peña, Luis Escalona Rangel, Carlucho Ojeda.

viernes, 28 de julio de 2017

Croniquillas de Acarigua


Revisando mis archivos encuentro esta publicidad de mi Acarigua de 1923, en ella José Velazco Rangel agradece su curación al “Depurativo Ynfalible (sic) para la sangre” y a su creador Dr. José de la Cruz Sánchez, con 2 dos y 1/2 botellas se hizo el milagro.



El semanario anunciador "CRONOS" Tipografía San José, de Acarigua estado Portuguesa, Director y Redactor principal: R. Salvador Palma. Dimensiones en cm: 24 x 16- 33 x 23, Colección Febres Cordero.


Entonces me voy en buscar de este personaje, y encuentro que su abuelo fue el General y político acarigueño Pablo Rangel, nacido aproximadamente entre 1820 al 1830, hijo de Petrona Rangel y que muere el 31 de julio de 1896 infectado por una de las epidemias que devastaron esta llanera población, fue Pablo Diputado al Congreso de la República por el distrito Acarigua, sección Portuguesa del estado Zamora, siendo Senador nada más y nada menos que el poderoso Antonio Guzmán Blanco y el Presidente del estado el general Ovidio María Abreu.

Conocedor de hierbas, hiervas y brebajes crea Pablo la “Botica Rangel” además se le atribuían poderes paranormales, cuentan que muchos comerciantes, sembradores, transportadores, jornaleros incluso de otros caseríos venían a pedirle conseja para saber ¿si este negocio resultaría bueno? O ¿si la siembra abundante seria?, este montaba en su caballo se retiraba a un terreno solitario, y sentado en las enormes raíces de un viejo Samán que estaba plantado frente donde hoy está CICPC Acarigua, luego de reflexionar o conversar con la “CARAMA”* traía su respuesta a la consulta, recuerden que estamos hablando de mediados del siglo XIX, tiempos de la Guerra Federal, de liberales contra Conservadores, tiempos de Ezequiel Zamora y ocaso de José Antonio Páez, antagonistas en la lucha por la igualdad y donde el general Pablo Rangel concordaba con la Federación.




Se casó Pablo con la adinerada Isabel Jiménez miembro de una de las más acaudaladas familias de la región, tuvieron dos hijos el doctor y heredero de la Botica Rangel, sucesión “Botica América” Pablo María, político que ejerció la secretaria del estado Zamora hasta su muerte en 1907, y una hija, Edelmira Rangel Jiménez, quien de muy joven casó con el comerciante y dueño de la “Casa del Sol” Dámaso Velasco Caña, padres del protagonista de la publicidad del semanario anunciador "CRONOS" de 1923 y donde agradece su curación al “Depurativo Ynfalible (sic) para la sangre”.

Interesante capítulo acarigueño, se casa el repotenciado bachiller José Antonio Velasco Rangel (n. 13, junio de 1900 y m. 26, junio de 1937, partió joven) con doña Ramona García (n. 12 noviembre 1905 y m. 22 diciembre 1986) y de ellos resalto dos hijos el cuarto Cardenal venezolano, y XIV Arzobispo de Caracas Ignacio Antonio Velasco García (n. 17 enero de 1929. -+m. 6 julio de 2003) aquí resalta Wikipedia que fue encarecido opositor al gobierno del presidente Hugo Chávez y durante los sucesos del Golpe de Estado en Venezuela de 2002, fue uno de los firmantes del decreto Carmona y Pedro Pablo Velasco García, aquí me detengo para homenajear a un nuevo personaje.

Pedro Pablo Velasco García, nació en Acarigua el 13 de mayo de 1932, cursó estudios en la escuela graduada Dr. Raimundo Andueza Palacios, Liceo Páez, Fermín Toro de Caracas, Universidad Central, graduándose de Ingeniero, Master en Oklahoma EEUU, posteriormente Ph.D. docente universitario jubilado 1989 y quien fallece el 24 de mayo del 2001, de él valoro sus investigaciones, sus libros parte de esta historia es de su autoria, fue un apasionado investigador y Cronista de corazón, enamoradizo de nuestra generosa Acarigua, Dios lo tenga en la sala de los ilustres.

*Posdata: Con la “Carama” hacen negocio los comerciantes, militares y políticos del siglo XIX (19), obtienen riquezas y poder a cambio del alma de animales, familiares, y hasta de desconocidas vidas. Son tiempos sin electricidad, sin comunicación inmediata, ¿transporte? solo pata, burro, caballo o carreta, tiempos de desolación donde la guerra civil y las devoradoras pandemias acaban con la hambrienta población, lodazal en invierno, oscurana de grillos, “pa onde va porai compa”…. Cada casa tenía su árbol, cada pica su espanto desandando. Portuguesa, Zamora y Cojedes; horizontes extendidos por caminos abandonados, sabanas colosales y pajonales rasgados; la llorona, la Sayona, el Silbón, el Cabeza e León, acarigueños y araureños vivieron tiempos de terror… Cuando el sol agonizante y rojizo desaparece lentamente en la quietud del horizonte y por el polvoriento camino un hombre a pie con el rostro sudao y andar cansado antes sus ojos desaparece , apriétese compa, comadre ¡coorraaaa!!! que le vino a buscar la CARAMA.


Cada casa tenía un árbol


domingo, 11 de octubre de 2015

LA HISTORIA DEL MANGO EN VENEZUELA



Gabriel García Márquez publicó en 1989 el libro El General en su Laberinto y como era de esperarse, la obra del merecidamente celebrado Premio Nobel de Literatura (1982) se agotó apenas llegó a los anaqueles. Como siempre, el hombre de Aracataca había trabajado con mucho ahínco para lograr éxito y si bien se trataba de una novela histórica, tuvo el cuidado de consultar la poca documentación existente sobre los últimos meses de la vida del Libertador para sustentar sus aseveraciones. No obstante, desechó la seguridad que le proporcionaba la experiencia de haber conocido a fondo el personaje Simón Bolívar a través de sus lecturas, prefiriendo, en cambio, buscar historiadores venezolanos que lo ayudaran a cotejar datos que no estaban en la documentación consultada. Le preocupaba, en particular, la aseveración que había formulado en las páginas de ese libro en el sentido de que Simón Bolívar comió mango al lado de su amada Josefina Machado, mientras vivió con ella en Angostura entre los años 1817-1819.


GABO


Uno de los asesores seleccionados por el Gabo para verificar esa data fue el historiador venezolano Vinicio Romero, casado con una dama guayanesa, región donde vivió varios años. El consejo que le dio fue de no usar esa información porque tenía la convicción de que el mango no llegó a Venezuela sino mucho después de la Batalla de Carabobo. Romero basó su aseveración en lo previamente argumentado por Lisandro Alvarado (1921), Henry Pittier (1926) y Arturo Uslar Pietri (1967), a lo que hay que añadir que éste investigador había dedicado todo su esfuerzo intelectual al estudio de la figura del Libertador y, por esa razón, el escritor colombiano no vaciló en eliminar ese dato de su obra.

HISTORIADOR VINICIO ROMERO MARTÍNEZ


No obstante, tan pronto salió a la luz pública el libro en referencia y se pudo conocer el hecho narrado, el investigador Pablo Ojer se puso las manos en la cabeza y expresó con honda preocupación que Romero no tenía razón, ya que él tenía pruebas irrefutables de la manera cómo se introdujo el mango en Venezuela durante la época provincial.

La afirmación la hizo ante un grupo de familiares y amigos que lo acompañábamos en su casa de Santa Inés, en Caracas, quienes con gran interés escucharon las precisas y bien documentadas explicaciones del profesor Ojer, quien tiempo después escribe en el Diario de Caracas (04-05-1991) un artículo titulado “Sancinenea, introductor del mango en Guayana”, en el cual presentaba las pruebas de que le asistía la razón.

Fermín de Sancinenea (Comerciante vasco en América en el s. XVIII. Capitán del navío "San Ignacio de Loyola" de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas en 1775, en 1783 escribió Razón suelta de la provincia de Guayana.)

En efecto, la sabrosísima fruta, que tanto disfrutamos cuando niños sin preocuparnos por saber su procedencia, entró en nuestro territorio de la mano del navegante Fermín de Sancinenea en el ya lejano año de 1789, suceso que le informó con detalles al ministro Antonio Valdés en carta que le envió el 29 de abril de ese año, en la que le decía que logró sembrar en Angostura (hoy Ciudad Bolívar), con permiso del gobernador de la provincia, "... las plantas y semillas de que Vuestra Excelencia quedará impuesto por el adjunto documento que acompaño...". Y en el referido anexo, Sancinenea especificaba que había sembrado canela, nuez moscada, el clavo, la pimienta de Castilla y el mango, precisando que esta última se produce en la isla de Ceilán (Sehilán en el original), en la India, de donde fueron conducidas al Nuevo Mundo.




En el documento se explica el modo cómo Sancinenea le repartió la semilla a varios hacendados y vecinos de Guayana, entre quienes se hallaba su amigo Félix Farreras, a quien le informó cuál era la mejor fecha y el método más adecuado para sembrarla, lo que debía seguirse al pie de la letra si se quería obtener frutos jugosos y hermosos. La técnica le había sido confiada por los hindúes de Cayena a los que compró las semillas. En esa época, los nacionales de ese país emigraban en gran cantidad a la isla de Trinidad y a la región guayanesa que ocupaban los franceses y holandeses. Faltaba todavía algún tiempo para que Francia le cediera parte de su colonia a Inglaterra (1815) y se constituyera la Guayana Británica.





Sancinenea tuvo suerte en lograr que su mensaje fuese captado a plenitud, lo que permitió la rápida reproducción de la planta, que se adaptó estupendamente a la geografía de la Guayana venezolana y, más tarde, a la del resto del país, tal como pudo comprobar Alejandro de Humboldt en 1800 durante su visita a la ciudad de Angostura (Viaje a las Regiones Equinocciales, IV, p. 396), ocasión en que fue atendido por Farreras, quien había llegado a alcanzar una posición de gran importancia en esa región. Su relevancia era tal, que fue uno de los que extendió certificado de reconocimiento al gobernador Manuel de Centurión Guerrero en 1771, dando fe sobre sus realizaciones en materia de poblamiento y administración, documento en el que también aparecen las firmas del vicario Andrés Callejón y del comandante Nicolás Martínez, entre otras.






Otro dato importante en torno a este hecho es que Sancinenea remitió al conde de Campoalange, consejero de Estado de Carlos IV, los certificados que avalaban la introducción del mango en Guayana, que le fueron proporcionados por el gobernador y por el Cabildo de Angostura. La correspondencia la redactó en una carta fechada en Aranjuez el 27 de mayo de 1795, mientras se encontraba en España, en la que aportaba datos de gran interés que le abrieron las puertas del Palacio Real, siendo atendido personalmente por Campoalange, quien después de constatar la documentación que le fue consignada, procedió a felicitarlo y de inmediato tramitó su designación como Capitán de Puerto en la ciudad de Puerto Cabello, así como su ascenso al grado de Capitán de Navío, cargo que le fue concedido y que desempeñó a cabalidad, como había sido su conducta en todas las posiciones que logró obtener durante su larga e intensa vida.

Años después, cuando se sintió envejecer, solicitó su pase a retiro a don Manuel de Guevara y Vasconcelos, Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela, quien accedió a ello y, en consecuencia, le escribió a Carlos IV pidiéndole que le concediera la jubilación requerida en carta fechada el l7 de diciembre de 1803. La solicitud fue aceptada por el monarca, lo que le permitió a Sancinenea regresar a España en el atardecer de su existencia, después de haber tenido una vida plena de hallazgos y realizaciones, entre las que se destaca la introducción del mango en Venezuela. 






Fermín de Sancinenea era un marino nacido en la población de Fuenterrabía, provincia de Guipúzcoa, quien muy joven se embarcó hacia América en un barco de la Compañía Guipuzcoana y, después de varios años de servicio, logró en 1757 que el gobernador de La Española le otorgara el título de Capitán de Mar y Tierra del paquebote Nuestra Señora de la Concepción, con lo que mejoró notablemente su posición, ya que a partir de ese momento tendría bajo su responsabilidad el comando de un buque encargado de transportar pasajeros y correspondencia entre España y los puertos americanos.

Fue justamente esa actividad la que le permitió llevar el mango a la población de Angostura, en Guayana, treinta y dos años más tarde.  La explicación de la manera cómo  logró encontrar e introducir la mencionada fruta en nuestro país se encuentra en la carta-informe que envió al gobernador de la Provincia, la cual fue encontrada por Ojer en 1954 en el Archivo de Simancas, ubicado en Valladolid, España, mientras efectuaba estudios de post-grado en ese país. En el documento, Sancinenea narra las peripecias del viaje que empezó el 19 de enero en Angostura y que continuó por el caño de Imataca, después de un breve descanso en los Castillos de Guayana, cercanos a San Félix.

Su viaje lo prosiguió navegando hacia la isla de Tobago en la que encontró al conde de Dilón, gobernador de Martinica, a quien condujo a esa isla francesa, permaneciendo allí una corta temporada. Luego tomó rumbo a Cayena, capital de la Guayana Francesa, donde adquirió la semilla del mango, además de las otras ya mencionadas, las cuales llevó a Angostura en abril de ese mismo año, tres meses antes de que Bolívar cumpliera su sexto aniversario. Veintiocho años después, el Libertador tendría la oportunidad de saborear la deliciosa fruta al lado de su amada Josefina, en las riberas del inmenso Orinoco. 

Simón Bolívar en Carabobo. Pintura de Arturo Michelena realizada en París en 1888. Este cuadro está en el Palacio de Gobierno de Carabobo

Sobre la vida de Sancinenea trabajó también Diego Serpa Arcas, quien se topó con la figura del guipuzcoano mientras investigaba la ruta de Humboldt, habiendo llegado a la conclusión de que fue ese hombre de mar el que introdujo el mango en Venezuela y de su labor dejó constancia en un artículo que publicó en El Universal  del 26 de mayo de 1985.


El mango en la historia de la medicina

La historia del mango es de antiquísima data. Se cultivaba ya en tiempos prehistóricos, según se puede inferir de antiguos documentos existentes en la India, donde  se mencionan las propiedades de esa sabrosísima fruta. La información se encuentra en muchísimas publicaciones, tal como se puede comprobar en la lectura de las Sagradas Escrituras traducidas del sánscrito, la antigua lengua de los brahmanes, así como en multitud de leyendas recogidas en libros folclóricos de la India en los que aparecen detalladas narraciones sobre las bondades del mango en asuntos relacionados con la salud, hasta el punto de haber sido calificado de fruto sagrado. De hecho, el árbol del mango ha sido objeto de veneración en ese país desde tiempos ancestrales, que se estiman en unos dos mil años antes de Cristo.

En Venezuela, al mango también se le ha hecho acreedor de reconocimiento, debido a sus características intrínsecas y por haber contribuido al sustento de los agricultores que se dedicaron a su cultivo. En el estado Cojedes, por ejemplo, el gobierno regional llegó a conceder la “Condecoración del Mango”, dada la admiración que le tienen sus moradores a esta fruta, debido a sus múltiples acciones beneficiosas para la salud, cuyas bondades han sido comprobadas y reconocidas mundialmente por el gremio médico, por los nutricionistas y por el ciudadano común. Sus aplicaciones son numerosas, pero las más reconocidas son las de proporcionar antioxidantes al cuerpo, lo que le permite actuar en forma preventiva contra el cáncer del colon, además de suministrar vitaminas C y B5, lo que facilita el metabolismo de los hidratos de carbono y el tratamiento de problemas en la epidermis.


Infusión de cogollo de palo e' mango, canela, clavos y pimienta de olor


No obstante, su ingestión excesiva produce efectos laxantes, sobre todo en los meses de abril y mayo que es cuando ocurre la sobre abundancia de la fruta y, obviamente, eso produce un consumo desbordado en la población. Y la razón es que el mango tiene un alto contenido de fibra, por cuyo motivo se debe tener la precaución de no  ingerir más de 300 gramos al día. En esa cantidad es una excelente ayuda para el estreñimiento, debido a que facilita la digestión, según se ha podido comprobar, pero es fácil caer en excesos dado el rico sabor de la fruta.


Solución para el Chikungunya


Sus beneficios para la salud son de tal magnitud que está totalmente comprobada su positiva influencia en la reducción de las tasas de colesterol y como coadyuvante en el control de la glicemia, lo que resulta altamente gratificante para el ser humano. También es recomendada su ingestión para las personas que padecen de insuficiencia renal, pues tiene un alto contenido de potasio y, como si eso no bastara, posee además un efecto saciante que favorece a las personas que sufren de diabetes o de exceso de peso. A todo esto se debe agregar que hay muchas personas que le atribuyen efectos afrodisíacos y si bien esto no ha sido del todo comprobado, vale la pena averiguar. Como se puede observar, hay múltiples razones para estar agradecidos del mango y al entenderlo así se puede comprender por qué los hindúes lo veneran con tanta devoción, atribuyéndole parte de su felicidad. También ayuda a entender a los cojedeños, a los guayaneses y a otros connacionales que celebran la fiesta del mango con alegría contagiosa, costumbre que se ha ido extendiendo en Venezuela.


Las cualidades del mango

El mango es una fruta de pulpa carnosa, baja en calorías, de sabor dulce y grata al paladar, que está lista para ser consumida cuando su concha se torna amarilla o rosada, según la variedad. En Venezuela se prefiere la especie llamada “Bocado”, que resulta deliciosa por su sabor y contextura, pero también se puede conseguir el mango “Manila” en el oriente del país, tal como asevera el célebre historiador Germán Carrera Damas quien es un fiel y constante consumidor de la deliciosa fruta. Carrera estima que esta variedad de mango entró en América a través de Acapulco, México, después de cruzar el Océano Pacífico desde Luzón.



Tal posibilidad es altamente factible y de hecho hay  autores que han señalado que viajeros españoles llevaron la fruta desde la India hasta Manila a fines del siglo XV, lo que explicaría su llegada a México en una época en que España comenzaba a tomar posesión del continente recientemente ocupado por Colón. Si bien el mango “Manila” es apreciado en la región nor-oriental del país, una variedad que también compite en la aceptación de los consumidores es el mango “Melocotón”, de gran tamaño, que posee sabor y olor muy similar al melocotón en almíbar, característica que le ha hecho ganar ese calificativo. 

Entre las variedades más populares de la “Mangifera indica lennis”, como se llama científicamente a la popular fruta, están: los mangos de hilacha, riquísimos en fibra; los de injerto, favorecidos ampliamente por el comercio, entre los que se destaca la variedad conocida como la manga; y el bocao, que es el preferido por la mayoría, dado el delicioso sabor de su pulpa y al hecho de que se puede comer sin la incomodidad del mango de hilacha, que si bien muy sabroso, tiene la desventaja de incrustarse entre los dientes, lo que obliga al consumidor a ayudarse con los dedos para sacarse de la boca el indeseado visitante, lo que no es apreciado por las damas, que encuentran decididamente vulgar ese indeseable hábito. 





El árbol del mango

Puede alcanzar hasta unos treinta metros de altura, aunque los agricultores prefieren a los que tienen un promedio de diez metros, lo que consiguen mediante la técnica de aplicación de injertos. De ese modo incrementan la producción en el menor tiempo posible, aumentando la productividad, además de facilitar la recolección del producto durante la cosecha. De esa práctica agrícola surgió el dicho de que "los mangos están bajitos", refiriéndose sin duda a que cuando las matas están bien cargadas el trabajo de los campesinos se facilita, haciendo menos ardua su labor. También permite que los niños puedan acercarse a las matas de mango y atrapar las frutas con más facilidad, muchas veces sin el consentimiento de sus dueños. Es común ver en los alrededores de los mangales, en tiempo de cosecha, niños corriendo con el producto de su rapiña entre las manos, mientras los productores les gritan improperios. Pero todo ello, bueno es decirlo, forma parte de la tradición del pueblo venezolano y nunca se ha sabido de un niño que haya sido encarcelado o herido como consecuencia de haberse adueñado de un par de buenas mangas del solar vecino.






El mango en la política

En el siglo XIX se hizo muy popular el dicho “Los mangos están bajitos” y se usó mucho en la política, pues servía para expresar que las cosas estaban listas para ser llevadas a cabo o que ya el asunto en ciernes había sido descubierto. Tal creencia popular pudo ser comprobada en 1913 por el general Francisco Linares Alcántara, pero el aprendizaje le costó la enemistad de Juan Vicente Gómez y el exilio. El problema se originó debido a la ruptura política entre los generales Román Delgado-Chalbaud y Gómez, que habían sido muy buenos amigos, compadres y socios en varias empresas, pero que en ese año se enfrentaron por rivalidades y malentendidos, lo que llevó al primero a implementar un proyecto para derrocar a su compadre Gómez.

Linares Alcántara, que había sido separado de sus responsabilidades de gobierno, se involucró en la conspiración, a pesar de ser muy allegado a Gómez, hasta el punto de que tenía amores con Regina, la hermana del dictador, a la que había prometido matrimonio. Cuando Gómez se enteró del intento que se fraguaba en su contra procedió a designar al coronel Agustín Tirado Medina para que detuviera a Delgado-Chalbaud. Tirado aceptó el encargo, pero sabía muy bien que la misión encomendada era peligrosa y, por tal razón, averiguó los hábitos del militar en desgracia y pudo saber que acostumbraba salir muy temprano en su coche tipo Victoria, que era guiado por dos hermosos purasangres color castaño y, con esa información, tomó la decisión de esperarlo frente a su casa desde las primeras horas de la madrugada.

Su estrategia dio resultado. Poco antes de las seis de la mañana del 17 de mayo de 1913, Tirado escuchó que el coche del general Delgado-Chalbaud se aproximaba y con todos sus sentidos en alerta  se aprestó a cumplir sus instrucciones y se colocó frente al portón, pues sabía muy bien que el conductor tenía que aminorar la velocidad en ese lugar para poder salir de la casa y tomar la calle. No hizo falta ninguna violencia. De hecho, Delgado-Chalbaud lo conocía muy bien y, tan pronto lo vio, ordenó frenar el coche para conocer el motivo de la presencia de Tirado, lo que éste aprovechó para saludarlo militarmente y al acercársele le colocó un revólver en el pecho para luego conducirlo preso a La Rotunda.

Linares Alcántara se enteró del suceso a través de Regina, hermana del Presidente, quien le dijo: Es mejor que salgas del país por un tiempo, Panchito, mientras las cosas se arreglan. Linares le hizo caso a su novia, pero dudó mientras preparaba su salida: ¿Será verdad que su futuro cuñado lo quiere detener? Y ante la incertidumbre, decidió llamar por teléfono al Presidente y al responderle se produce el siguiente diálogo:

 -Ala, Alcántara, ¿qué noticias me tiene?

A lo que Linares Alcántara contesta:

-Nada, mi general, quería saber si todo estaba bien. ¿Cómo

 van las cosas?

Y Gómez le expresa:

-Pues, nada, amigo Alcántara. Es que como los mangos están bajitos, estoy meniando la mata pa’ que se caigan.

Tan pronto escuchó esas palabras no lo dudó más y como conocía muy bien a Gómez sabía que su vida estaba en peligro. Por tanto, esa misma noche cabalgó a toda marcha hacia Puerto Cabello, donde tenía una chalupa esperando para conducirlo a Curazao.

Es posible que el dictador deseara dejarlo escapar por petición de Regina, pero Linares prefirió no quedarse a  esperar la decisión. La desgracia fue grande para los protagonistas de aquel suceso. Delgado Chalbaud pagó 14 años de cárcel y al salir en libertad comandó la invasión del Falke y allí murió en un enfrentamiento contra el general Emilio Fernández. Regina murió soltera, recordando a su dulce Panchito y el matrimonio que no pudo ser. Y Linares tuvo que esperar la muerte de Gómez para regresar del exilio. Es decir, tuvo que aguardar a que los mangos estuvieran bajitos, lo que equivalía a decir: a que Gómez muriera.

A su regreso a Venezuela, tuvo la oportunidad de observar "la meneada de mata” que efectuó López Contreras, para que “los mangos cayeran". Es decir, meneó la mata de mango, pues ya estaban maduros y había que propiciar su caída, lo que significa en el lenguaje político venezolano que el Presidente tenía que propiciar los cambios que la nación requería o el tumbado habría sido él.

Años más tarde, el doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa criticó la alianza de Jóvito Villalba -jefe del partido URD, de ideología liberal-, con Herrera Campins -candidato socialcristiano a la Presidencia de la República- y expresó que eso era como una ensalada de mango con morrocoy, incorporando un nuevo dicho al ya amplio vocabulario relacionado con la fruta, modernizando la expresión tradicional de que “eso es más raro que un plato de mango con arroz” o también que “eso es un arroz con mango”. Quería expresar el recordado maestro Prieto que era una alianza imposible y en ello tuvo mucha razón, pues ésta no se prolongó más allá de unos meses, mientras duró la “luna de miel” de 1979.   

En mayo del 2015 un mango fue lanzado al Presidente Nicolás Maduro.



He aquí su reacción: “Hoy me dieron un mango. Ahorita. El mango está de moda. Estamos en tiempos de mango. Yo porque me descuidé y volteé para allá (la derecha). Cuando volteé para allá, pin, me habían lanzado un mango… es que el pueblo tiene unas cosas”, aseguró Nicolás. Señaló que el “mango está de moda”, y dijo que el pueblo venezolano es muy creativo, al inventar el “método de comunicación del mango”, pero pidió encarecidamente, que no le lancen los mangos, que si desean usarlos de carta que se lo den “en su manito”.  Por otro lado reseñaron medios de comunicación que la señora de 54 años Marleni Olivo, quien lanzó al presidente Nicolás Maduro un mango con su número telefónico, relató que   cuando vio acercarse a Maduro pidió un marcador y rápidamente escribió sus datos en la fruta porque no tenía papel. La fruta tropical tenía escrito un número y un nombre con el texto: "Si puede me llama".  



El mango y el amor

No obstante, el léxico del mango va más allá de las peligrosas sutilezas políticas. De hecho, la exquisita dulzura de la fruta, su aroma, su textura y las redondeces de su forma encuentran un campo fértil para que los enamorados de todas las épocas lo relacionen con el amor y con la belleza femenina. Es frecuente escuchar a un joven perspicaz manifestarle a una linda dama que pasa por su lado: “Eres más dulce que mango de hilacha”, aunque otros prefieren palabras más crudas, tales como "mi vida, estás como un mango". Como se ve, la deliciosa fruta también se usa para expresar la admiración que un hombre siente por la mujer que le agrada.  

La economía


En Ciudad Guayana –la región por la que entró el mango- se ha comenzado el proceso de industrialización de la concha y de la semilla de esa fruta, la cual tiene una variadísima aplicación en el campo nutricional y de salud. Particular crecimiento se ha notado últimamente en el procesamiento de los jugos de mango, a veces combinados con naranja, zanahoria u otros frutos. Y, como siempre, ha continuado creciendo la comercialización de conservas y jaleas de mango, de gran aceptación en el mercado venezolano.

Sin embargo, lo que ha permitido la gran expansión del mango en el territorio nacional fue el desarrollo de la técnica de injertos, la cual surgió debido a que una buena parte de la producción se perdía por la carencia de criterios de producción y mercadeo, ya que su abundancia en la época de cosecha y su lejanía con los grandes centros de consumo hacían que se perdiera una buena parte de la cosecha. El mango injertado hace posible que el árbol pueda cultivarse en un ambiente no apropiado, pero dotado de un sistema de riego controlado, lo que permite programar varias cosechas y ofrecer el producto durante casi todo el año.

El injerto es el método de propagación preferido por los productores, pero también se usan los de la semilla y el acodo. Los injertos pueden ser de de aproximación o de corona. En los viveros se acostumbra usar maceteros con plantitas de mango a las que se pegan yemas o púas de la variedad seleccionada. Los expertos sugieren que las yemas para injertar sean tomadas de las puntas de las ramas jóvenes, lo que revela una cierta discriminación con las de mayor edad, pero insisten en que el gajo para injertar y el patrón sean iguales o similares en tamaño y madurez y, en ese sentido, recomiendan la escogencia de las mejores ramitas, así como la selección de madera bien madura. Cuando se injerta deben amarrarse ambas partes con rafia (palmeras de fibra resistente y flexible), cinta plástica o ristra de platanera humedecida. Después de cuatro semanas se examina la yema y, lógicamente, el agricultor debe tener sumo cuidado mientras el injerto pega y la planta comienza a desarrollarse, porque ese es su objetivo. Si trabaja con cuidado y dedicación, logrará que la planta crezca sana y robusta, lo que premiará su paciencia y le aportará además una merecida ganancia como consecuencia de su esfuerzo.

Cualquiera que sea la técnica utilizada para la propagación, siempre debe considerarse el tipo de suelo y las necesidades hídricas para poder programar la cantidad de hectáreas a sembrar, la producción por fechas y el mercado. En este último aspecto se deben evaluar los canales de distribución y de comercialización, con el fin de garantizar el éxito del inversionista. Los injertos más solicitados en el mercado occidental son los conocidos como mulgoba (de forma óvalo-globosa), amino (de forma arriñonada), pairi (ovalado), camboyana (alargado) y sansersha (de forma de pera).

Venezuela figura de segunda entre los productores de la América del Sur, superada únicamente por Brasil. El líder de la producción mundial es Asia, como es de suponer, seguida de África, Norteamérica, Suramérica, Oceanía y Europa (Fuente: FAO). Si se toma en cuenta el actual poderío económico de  Europa, se puede visualizar un mercado bien interesante para los productores venezolanos. Hoy su uso  se ha extendido a la buena mesa, abarcando los restaurantes de categoría cinco estrellas, donde los más reconocidos chefs hacen sus mejores esfuerzos para complacer paladares exigentes.





Róbalo el Chutney de Mango y unas rebanaditas de Mango Asado,  con Arroz Jazmín, Radiccio y Arúgula



El mango en la buena cocina y en el bar

Scannone, el reconocido gourmet venezolano, ha incluido en su libro Mi cocina (2006) la salsa de chutney de mango, pavo relleno con mango, lairenes y duraznos, el dulce de mango en almíbar y la jalea de mangos verdes con azúcar o papelón. Helena Todd (1999), por su parte, recomienda la jalea de mango en su libro Las recetas caraqueñas. La fruta ya ha llegado incluso al bar y forma parte de la variada selección de cócteles que se ofrece a catadores exigentes en las barras más sofisticadas del país. Como podrá apreciar el lector, el mango ha trascendido las barreras culturales en todo el orbe y no hay un rincón del planeta, en los cinco continentes, donde no se haya saboreado esta riquísima fruta.


Desde abril y hasta septiembre las calles regalan el olor y el color de uno de los frutos de la naturaleza que más adeptos posee. Un manjar que vino de Asia y que América hizo suyo. El mango es la fruta de la temporada.

El consenso es absoluto. La tentación es, por estos días, irresistible. No existe alguien que no se rinda ante el inigualable sabor de un suculento mango, ni quien se atreva a renegar de su dulce sabor. Las calles, hoy adornadas con el amarillo de esta generosa fruta, son una permanente invitación al paladar. Le dicen el melocotón de los trópicos.

Este manjar, tan familiar para todos, tuvo que viajar mucho, sin embargo, para encontrar el lugar que lo recibiría y lo haría suyo. Países como México, Brasil, Venezuela y las Antillas, en general, lo producen y consumen durante los meses de temporada con golosa fascinación, olvidando o ignorando, probablemente, que la fruta no nació por estos predios.

Y es que es tan popular que su nombre también está presente en el refranero venezolano. Todos saben, por ejemplo, que cuando en el rito del cortejo uno de los dos involucrados demuestra ser presa fácil de los requerimientos del otro, se dice que "está como mango bajito". O también, cuando una situación se presenta confusa o muy enredada, se afirma que es "un arroz con mango".

Son múltiples sus variedades, pues se conocen más de mil. El científico y explorador Henry Pittier menciona en sus escritos especies como el mango jobo, el mango camburito, el mango piña y el mango de pico de loro. Sin embargo, se identifican tres tipos: el mango de bocado, que como su nombre lo sugiere puede comerse por bocados, el de hilacha, por las finas hebras que conforman su pulpa, y la manga, que se caracteriza por ser más grande que los dos anteriores y por sus tonalidades rojizas.

También son variadas las formas de consumirlos, virtud que no le es exclusiva, ciertamente, pero es de reconocer que su textura y sabor permite degustarlo en forma de jalea, jugo, carato, mousse, mermelada o compota; hay quienes prefieren comerlo verde y aderezado con sal, o bien, preparando la salsa "chutney", que contiene azúcar moreno, jugo de limón, ajo, cebolla y picante.

Sin embargo, la fascinación por el mango va más allá de sus cualidades gustativas, y de las numerosas propiedades medicinales que se le atribuyen. En India posee una significación especial; se le llama "fruta del cielo", y el árbol de los deseos. Las antiguas leyendas hindúes dan fe de la antigüedad del mango y de su importancia. Por ejemplo, se sabe que el rey Akbar, quien gobernó India hacia el siglo XVI, supuestamente poseía una plantación de cien mil árboles de mango. Pero hay una leyenda que pone el acento en su supuesto carácter sagrado, y es aquella que sostiene que Buda se sentaba a meditar a la sombra de un árbol de mangos. Rafael Cartay, en su libro El pan nuestro de cada día, no alude a esta leyenda, pero confirma que la planta es originaria de India y, especifica, que en la península de Malaya es donde se encontraba la mayor variedad de especies. También agrega que el cultivo de esta planta se extendía hasta las Filipinas. Por otra parte, la literatura china del siglo VII constata que el cultivo del mango era tradicional en las zonas cálidas de China e Indochina.

A pesar de las leyendas sagradas que adornan al mango, y de sus reconocidas virtudes, el botánico Pittier llegó a señalar que "el mango incita a la ociosidad, a la invasión de la propiedad ajena y a la vagancia, además, por bueno y saludable que sea, cuando se goza de él con moderación, provoca aveces desórdenes en el sistema digestivo y distamucho de ser un alimento completo". Afortunadamente, lo anterior sólo permite demostrar que el investigador no era muy afecto del muy codiciado fruto, actitud que hoy en día, seguramente, le hubiese granjeado muchos enemigos al insigne científico.

La historia: un arroz con mango

La vía que tomó el mango para llegar a América, es un punto en el que los historiadores todavía no se ponen de acuerdo. Algunos sostienen que fue a través del Galeón de Manila, el cual viajó de Filipinas a México por iniciativa de los españoles hacia mediados de 1500. Otra tesis muy difundida afirma que gracias a los navegantes portugueses es que los americanos podemos degustar del sabroso fruto amarillo. Sin embargo, la fecha es imprecisa, pues no se sabe si fue en el siglo XVI o en el XVIII que el mango descubrió América.

Según Cartay, algunos estudiosos se atreven a afirmar que la primera mata de mango se sembró en Bahía, Brasil, hacia 1700.

A las costas venezolanas se cree que llegó en el siglo XVII: "La referencia más antigua que sobre el tema tenemos es la que cita Codazzi, en 1841. Appun en 1849 lo señala en las cercanías de Puerto Cabello, y Adolfo Ernest lo observó en 1869 en el valle de Caracas", advierte el botánico Jesús Hoyos, en Frutales de Venezuela. Este dato confirmaría que Gabriel García Márquez no estaba equivocado cuando en el manuscrito de su novela El general en su laberinto, puso a Simón Bolívar a comer mangos. Se cuenta que el historiador Vinicio Romero, corrigió al Premio Nobel de Literatura, con el argumento de que para la época de la Independencia el mango no había llegado a Venezuela. Así pues, al Gabo no lo quedó otra que cambiar de fruta, y puso al Libertador a degustar unas deliciosas guayabas.

Pero como vimos, las investigaciones se orientan a demostrar que Romero estaba equivocado, y que, por lo tanto, Bolívar pudo comer, no sólo uno, sino cientos de mangos. La historia, más tarde, dejaría claro que el padre de la patria no los cogió bajitos. l


A Venezuela llegó en el siglo XVII, según la referencia que hace el geógrafo Agustín Codazzi en 1841; el naturalista alemán Karl Apunn lo señala en las cercanías de Puerto Cabello en 1849, y el botánico Adolfo Ernst lo vio en Caracas en 1869. En nuestro país, el árbol ha originado muchas variedades de mangos y mangas. Los primeros presentan formas más alargadas y tamaños menores que las segundas.

Entre las variedades, Henri Pittier destaca los siguientes nombres: mango verde de hilacha, grande de hilacha, de bocado, mango jobo, mango piña, manga de hilacha, de bocado y de agua, entre otras.



Bibliografía

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