sábado, 30 de octubre de 2010

ARGIMIRO GABALDÓN.


EL “COMANDANTE CARACHE”


Nadador, jugador de béisbol, pescador, cazador y excursionista incansable, estudió arquitectura y pintura, disciplinas a las que sumó su pasión por el periodismo, la novela, el cuento y la poesía. Como educador ejerció la docencia en las áreas de Matemática, Historia y Geografía, Artes Plásticas y Arquitectura. Fue Director de la Escuela Artesanal de Barquisimeto, profesor del Liceo Lisandro Alvarado y fundador del Liceo de Biscucuy... También fue alfabetizador en las zonas campesinas de Lara.

Entendió que había que conocer la historia de su país para poder actuar sobre ella. A la hora de la lucha contra el perezjimenismo, fue el primero en plantear que no se trataba sólo de cambiar al dictador por otro gobernante, sino que había que ir a la raíz de ese acontecer para que los cambios fuesen trascendentes y no formales. 

Luego de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez ocupó la Presidencia del Concejo Municipal de Biscucuy, estado Portuguesa, puesto al que renuncia para dedicarse a la organización política y militar con los cuadros más radicales del Partido Comunista de Venezuela, conformando lo que luego se conocerá como Frente Guerrillero "Simón Bolívar".






Argimiro Enrique de la Santísima Trinidad Gabaldón Márquez, hijo del General José Rafael Gabaldón Iragorri (quien combatió contra la dictadura del General Juan Vicente Gómez y fue Gobernador en dos oportunidades del Estado Lara y embajador de Venezuela en Brasil y Cuba) y de Doña Teresa Márquez Carrasqueño, nace en la casa de la hacienda Santo Cristo, situada hoy a cinco minutos del pueblo cafetalero de Biscucuy, Estado Portuguesa,  el 15 de Julio de 1919. Fue su propio padre quien lo trajo a este mundo pues, en aquel momento no hallaron a nadie quien pudiera socorrer a la madre en el trabajo de parto. Fue el octavo de diez hijos: Joaquín, Carmen Amelia, Natty, María Auxiliadora, Roberto, José Rafael, Esther, Argimiro, Edgar y Alirio Ugarte Pelayo, quien era hijo del General con Romelia Tamayo Anzola.


A los 4 años casi muere de altas fiebres pero nuevamente su padre le salva la vida aplicándole un remedio casero; de modo que cuando llega el médico le dice al General que lo que él había hecho era exactamente lo que había que hacer. Luego de haberse formado en la propia hacienda, comienza en 1929 sus estudios formales en una escuela pública de Biscucuy, para continuar luego en Barquisimeto, después en el Tocuyo y finalmente en la ciudad de Trujillo hasta el año 1935.

Luego vino el Bachillerato que comenzó en este última ciudad con diversos profesores y continuó en Barquisimeto y El Tocuyo, con ayuda entre otros de los profesores Roberto Montesinos y Elías Lozada Orihuela (ex Director del Liceo Andrés Bello, quien lo expulsó de ese Instituto por co-dirigir un movimiento huelgario organizado por la Federación de Estudiantes, FEV en 1938). El diploma de Bachiller lo obtuvo en 1939 con una Tesis titulada: La Filosofía de Demócrito.


    ARGIMIRO GABALDÓN.


"Chimiro fue deportista destacado: (...) nadador a la antigua; pescador y cazador; excursionista incansable, llegó a conocerse no sólo la hacienda, paso a paso, sino los alrededores de Barquisimeto, de Trujillo, de El Tocuyo; pero su mejor deporte fue el coraje; jamás perdió una pelea a puños, desde muy pequeño, nunca supo lo que era el miedo ni el titubeo para calcular los resultados de una refriega; las ciencias naturales de oposición y conoció bien las plantas y las bestias de los lugares donde vivió; la tradición revolucionaria de su padre se encarnó mejor en él que en ningún otro de sus hermanos y hermanas, y por eso desde niño vivió en el mundo de los héroes como Bolívar, San Martín, Martí, Pancho Villa y Lenin"

En 1934 nace en el Tocuyo una célula del recién creado Partido Comunista de Venezuela de la cual fue fundador junto a varios hombres. Muy joven comienza entonces su actividad política y su interés por la justicia social. Desde el momento en que juró fidelidad al partido con su palabra comunista, inició una participación activista que no cesó sino hasta el momento en que, aparentemente, una bala desvió su rumbo para introducirse en su corazón salvaje.

Pero, para ese entonces, no era sino un soñador revolucionario que leía muy poco, porque los libros sobre teorías comunistas, socialistas y los de liberación estaban prohibidos, y cada texto hallado era verdaderamente una joya. Durante toda la época de López Contreras (1936-1941), participó en las células de lucha clandestinas, y sus múltiples actividades políticas lo llevaron a Caracas para incorporarse en las luchas estudiantiles y en las huelgas organizadas por la Federación de Estudiantes de Venezuela.





De allí se fue a Argentina a estudiar arquitectura y al tercer año de carrera, decide detenerse para entrar en el mundo de la pintura, la literatura y el arte. Posteriormente con su mochila al hombro se fue a Brasil para regresar a Venezuela en 1945 en pleno auge perezjimenista. Durante este lapso, Chimiro dedica su tiempo al periodismo, la novelística, el cuento y la poesía. Y empieza a entender que debe conocer la historia de su país para poder actuar correctamente sobre ella. Estudia y escribe en lo que fue un período muy provechoso para él.

A la hora de la lucha contra el perezjimenismo, fue el primero en plantear que no se trataba sólo de cambiar al dictador por otro gobernante, sino que había que ir a la raíz de ese acontecer para que los cambios fuesen de fondo y no de forma. Es en ese tiempo en que se plantea la tesis de la necesidad de la lucha armada como respuesta a un gobierno represivo y criminal. Discute, se pronuncia públicamente y difunde información sobre estos temas. Una cita de Douglas Bravo nos aclara ese panorama:

"... cuando Rómulo Betancourt se trazó como estrategia liquidar todo el movimiento popular, para facilitar así los planes de explotación imperialista en Venezuela, comenzaron a surgir las primeras diferencias; era el momento en que unos sostenían que a la agresión armada, a la agresión violenta, al uso de las armas, a los asesinatos, a las torturas, a los allanamientos, a los carcelazos, a los vejámenes del régimen de Betancourt no se podía hacer frente con manifestaciones pacíficas solamente, sino con manifestaciones pacíficas por las reivindicaciones políticas y económicas, y también con manifestaciones armadas, con la lucha armada. A partir de entonces, empieza la polémica sobre este tema. Por aquel entonces los sostenedores de la vía pacífica eran muy pocos, se reducían a un minoritario grupo en el seno del movimiento revolucionario. Se inició la lucha armada en Venezuela, en los años 1960-61, no por el deseo de los partidos revolucionarios de recurrir a la lucha armada, sino como la única vía posible, la única vía abierta, la única salida que dejaban los gobiernos entreguistas, el gobierno de Betancourt concretamente.

Al iniciarse la lucha en nuestro país, aquellas corrientes ajenas a la lucha armada no fueron rebatidas suficientemente en el plano teórico, y se permitió que convinieran en el seno del movimiento revolucionario sin ser expuestas públicamente como concepciones ajenas y extrañas al movimiento revolucionario. Es decir, una falsa concepción de la unidad de las diferentes concepciones permitió que no se desenmascarara, que no se explicara al pueblo y se explicara a los propios sostenedores de esa concepción que tales puntos de vista no correspondían a la realidad venezolana.

El extraordinario auge vivido a raíz del 23 de enero se mantuvo durante los primeros años del régimen de Betancourt, e hizo posible que a las agresiones armadas y violentas de Betancourt se respondiera con las armas en la mano. Se inició entonces un conflicto, se inició lo que podemos llamar la guerra de liberación en Venezuela. En las ciudades crecían los combatientes armados, se producían desprendimientos en los cuarteles y se desarrollaban los movimientos guerrilleros campesinos. Sin embargo, en esa oportunidad no tuvimos la claridad suficiente para trazar un camino más neto y preciso en cuanto al problema de la vía armada, y algunos errores cometidos -lamentables errores que hoy estamos pagando- hicieron que entrara en crisis el movimiento revolucionario".





Unos apoyaban la lucha amada, otros estaban en contra, sin más argumento que la no-violencia. Pero, Argimiro Gabaldón, pertenecía a esa minoría de revolucionarios que no sólo actuaban y apoyaban una defensa armada contra la terrible agresión, sino que también, reflexionaba sobre la necesidad de mantener con vida el combate por la transformación social desde la perspectiva de un movimiento vinculado al colectivo, con posiciones ideológico-doctrinarias concretas y con un proyecto futuro de país específico.

Y decimos minoría porque las ideologías y convicciones que se suponía debían mantenerse en pie, se transformaban de acuerdo a las circunstancias e intereses particulares, echando por tierra toda convicción moral y espiritual.

Por ello, desde el año 1958, Gabaldón comienza a ver con cierto recelo, cómo se venían comportando las políticas de unidad impulsadas por el Partido Comunista. A la hora del III Congreso del PCV, fue él quien planteó la necesidad de ir hacia otras formas de lucha. Es el inicio de la experiencia guerrillera en Humocaro y también las primeras derrotas. Desde fines del 61 hasta el 13 de diciembre de 1964, Chimiro estuvo al frente de esa lucha. Y en todo ese proceso le tocó sufrir las inconstancias de unos "líderes" que se amoldaban a las situaciones presentadas, antes que analizar histórica y estratégicamente la realidad sobre la cual vivían.

Sin embargo en 1960, Argimiro Gabaldón crea el primer foco guerrillero en la Azulita, Estado Mérida, del cual fue líder; y luego en 1961, funda el "Frente Simón Bolívar" o "Libertador", ubicado en las serranías del entonces Municipio Morán del Estado Lara, cuyos comandantes eran el mismo Argimiro Gabaldón, Carlos Betancourt y Juan Vicente Cabezas. Posteriormente nace el "Frente José Leonardo Chirinos" (Occidente), en las montañas de Falcón y Yaracuy comandado por Douglas Bravo, Luben Petkoff y Elías Manuitt Camero; y en Oriente el "Frente Manuel Ponte Rodríguez" ambos creados en 1962; sus comandantes fueron Alfredo Maneiro y el Teniente Héctor Fleming Mendoza.

También en 1962, nacen las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), una organización guerrillera creada por el Partido Comunista de Venezuela (PCV), para dar forma a los nacientes grupos rebeldes que empezaban a operar en el país, de la cual Gabaldón llega a ser el conductor. Y en 1965, surge la última Fila cívico-militar que fue el "Frente de Los Llanos Ezequiel Zamora" (Llanos de Apure) que mantuvo tres comandantes: el Sargento de la Marina Adalberto González, Francisco "El Flaco" Prada y Ángel María Castillo.




..."No soy un guerrero, nunca lo había pensado ser, amo la vida tranquila, pero si mi pueblo y mi patria necesitan guerreros, yo seré uno de ellos y este pueblo nuestro los ha parido por millones cuando los ha necesitado"...





La lucha fue acérrima y constante pero, era contra un ente que lo doblaba en poder y fuerza. El Comandante "Carache", como ya era conocido en el mundo guerrillero, fue un hombre que luchó hasta su último día sin descanso y con una convicción invariable, de lleno y entregado en las montañas del Humocaro a un ideal de esperanza.

El 13 de diciembre de 1964, fue víctima de un disparo, al parecer de un compañero, que le quita la vida a los 45 años de edad, dejándonos en su expediente una larga lista de sus admirables características: un luchador social, defensor de los derechos humanos, agricultor, alfabetizador, poeta, artista plástico, profesor de artes plásticas, matemáticas, historia, dirigente campesino y urbano, predicador de ideas; además de cuatro pequeños hijos, Carmen Dolores, Beatriz, Alejandro y Tatiana, y una esposa y compañera, María Luisa Martí Pérez, junto con la que luchó durante todos sus años de vida.

A pocas horas de la muerte de Argimiro Gabaldón, el Comandante Carache, su hermano Edgar, desde el dolor, escribió las siguientes palabras: "Las reflexiones que produce la muerte de un ser querido ya no son sagradas en este país, porque están separadas por el signo de la guerra civil. La vida de todo hombre no vale nada si se le pone precio a la de uno solo; todos tenemos dinero para pagar la muerte de otro; y esto significa, en términos filosóficos, que en Venezuela se ha perdido la razón moral, y que quienes fungen de ductores de la fuerza ética no han sabido hablar a tiempo, y que su silencio es cómplice de las muertes habidas en ambos bandos, y de las que habrán de venir (...). De nada sirve un ejercicio intelectual que por cobardía retrocede ante el paisaje de la realidad, diáfana y terrible.

Si a este país hay que lavarlo con sangre de sus impurezas causadas por el caos social en que se debate para marchar hacia una estructura más razonable y humana, se le lavará. Pero que no digan, entonces, quienes en él habitan, que no hubo quien les dijera lo que estaba pasando. Ese es el sentido de la muerte de "Chimiro", y si su biografía, detalle a detalle, no se considera merecedora de estudio y examen no sabe nadie quien vale aquí nada, porque salir al aire limpio y frío de las sierras a exponer la vida propia por un ideal será siempre lo más noble y alto que pueda hacer un hombre de esta pobre tierra, tan triste y tan poca cosa."

Como dice una de sus más acertadas biografías: "Más que la muerte le dolió morir de bala amiga, morir a destiempo, cuando apenas se iniciaba el camino duro del que tanto había hablado y para el cual tanto se había preparado.




No permitas que tu dolor se esconda


"No permitas que tu dolor se esconda
oblígalo a salir desnudo a que combata
que empuñe el fusil y la granada
que anime la marcha
que estalle en un grito en el asalto
que ría y que cante en la emboscada
Tu pena y mi pena y la de todos
es una sola pena militante
armada es el fuego que arde en la alborada
la revolución que avanza desbordada
hacia el milagro de las cadenas rotas
Y el gran sufrimiento se tornara alegría
emergerá del fuego un mundo diferente
será el llanto detenido
y dejará la sangre de correr asesinada
se esparcirá la risa
y los niños puros como pájaros
en vuelo llenarán los parques con sus gritos
y nosotros estaremos allí, ¡seguro que estaremos!
como una llama ardiendo eternamente
Somos la vida y la alegría
en tremenda lucha contra la tristeza y la muerte.
Venceremos camaradas,
Unidos venceremos."

Argimiro Gabaldón




CHIMIRO EL CAMINO ES DUR0








CORRIDO DE ARGIMIRO GABALDÔN Y DE FABRICIO OJEDA



domingo, 10 de octubre de 2010

PEDRO PÉREZ DELGADO, “MAISANTA”



Para reconocer nuestra identidad, debemos escudriñar un poco más en la historia de nuestro  país y desandando la llanura, nos encontramos a Pedro Pérez Delgado, que de tanto usar la palabra en su continuo hablar, ¡Mai Santa!, popularmente así, se hubo de quedar.




Nació en San Fernando de Ospino, ese fue el nombre definitivo que se le dio al pueblo en 1713 y que hoy pertenece al estado Portuguesa. Pasaba cerca el río Ospino, que venía bajando de las montañas del norte donde están los fríos pueblitos larenses de Cubiro y Sanare. Los llanos Portugueseños, las tierras de la hazaña y la leyenda es el entorno en el cual crecería Pedro Pérez. Al lado del ganado, cruzando ríos y lidiando aguas arriba y aguas abajo en el bongo, comerciando con lo que viniera, entre parrandas de arpa, cuatro y maraca, aprendió a tener una puntería certera, casi envidiable; a manejar con rapidez el cuchillo y el machete, y a conocer de brebajes y ramas, todo lo que necesitaba para vivir la recia vida del llanero.

Su formación fue básica y bastó para saber leer y firmar. Y su magia refranera no pudo haber sido legada por otro contexto que por el mismo llano, de donde nace la poesía improvisada. Su colección de dichos populares y propios era sorprendente. “El fundamental de ellos fue el recuerdo permanente de doña Bárbara con lo de ¡Mai Santa!, la muletilla que se convirtió en un cognomento: Maisanta. Y una figura sostenida en el tiempo. También usaba otra expresión, variante de la anterior: “¡Hay Madres… que dejan a sus hijos por irse para la sarrapia!” dicho muy rápidamente” (Botello, 2005:17) Su padre, el viejo coronel Pedro Pérez, fue aparentemente jefe en la Federación y en las insurrecciones que sobrevinieron.

Contrajo nupcias a fines de la década del setenta del siglo XIX con una mujer distinguida de Ospino, Bárbara Delgado, con la que tuvo sólo dos hijos, Petra Pérez en 1878 y Pedro Pérez Delgado, el “Maisanta”, en 1880. Se cuenta que Pedro Pérez Delgado vivió sus primeros años en Ospino. Luego, después de la muerte del padre y posteriormente de la madre, turbada por la tragedia, se va para Sabaneta, en Barinas a fines de siglo. Poco podía hacer Petra, su hermana mayor sólo por dos años. Su juventud fue poco atendida. Apenas a los 18 años se une a los nacionalistas en el levantamiento de José Manuel "El Mocho Hernández" en Queipa, estado Cojedes, protestando ante las irregularidades de unas elecciones, motín dirigido por el general Alfredo Franco.“Cuando el general José Manuel Hernández, El Mocho Hernández, fue hecho preso en El Hacha, por el también General Ramón Guerra, en 1898, la figura pálida y barbuda del insurrecto, amarrado con nudo de preso con los brazos a la espalda, montado en mulo viejo y entre dos filas de oficiales, parecía más bien el jefe, porque las mujeres de Valencia lo vitoreaban desde las puertas y balcones de casa por donde pasaba.

General José Manuel Hernández, "El Mocho Hernández"

Las cocineras sacaban su retrato como si fuera el de un santo y hasta flores le lanzaron cuando el grupo se acercaba.

Ese día, Pedro Pérez Delgado supo lo que era la popularidad y el carisma de un caudillo que, preso y amarrado, vencido y humillado, se llevaba los aplausos para rabia de sus captores. (Tomado de Tapia, José León: Maisanta: el último hombre a caballo) (Wanloxten, 1992:3).

En 1900 se traslada a Las Tasajeras, en el Hato La Marqueseña, cerca de Barinas. Allí convive con una mujer cuyo nombre se perdió en el tiempo. Mientras tanto hace vida militar y va ascendiendo de rango al mismo tiempo que participa en diversos hechos de armas, entre ellos, el combate de la Mata Carmelera donde cae moribundo el general Joaquín Crespo. Derrotada la revolución, retorna brevemente a un estado de paz, para luego formar parte de las columnas revolucionarias libertadoras contra el gobierno del general Cipriano Castro. Vencidas nuevamente las intenciones, busca la tranquilidad pueblerina y se establece en Sabaneta entre 1906 y 1907. En la calle Real, la misma donde se ubicaba su casa, la Iglesia y la casa parroquial, monta una carnicería. En esos años trabaja, parrandea, coquetea, mata en defensa del honor. Sangrientas borracheras y problemas con las autoridades barineses reflejaban su impetuoso carácter. Entre tanto, conversaciones con el joven maestro barinés, Elías Cordero Uzcategui, llegado a Sabaneta en 1905, lo nutren profundamente.

 General Joaquín Crespo Presidente de Venezuela entre (1884-1886) y (1892-1898) Foto de Federico Lessmann


En 1907 parte con su buen amigo y protector, general Juan José Briceño, hacia los lados de Calabozo en el estado Guárico, para formar parte de esa guarnición, aspirando, lógicamente, al título de coronel ganado en las guerras de fin de siglo con los Nacionalistas mocheros. En 1908, el General Cipriano Castro se marcha a Europa para practicarse una operación en el riñón que lo tenía ya destrozado. Lo suple el General Juan Vicente Gómez. “De aquí me sacará la muerte y la muerte es cosa de Dios y no de los hombres” dijo en 1913 cuando asumió constitucionalmente la jefatura del Estado” (Botello, 2005:21). El 18 de diciembre de 1908, cae herido de muerte el General Briceño por las tropas del Dr. Luciano Mendible en el asalto al cuartel. Después de este hecho, “Maisanta” decide trasladarse a Villa de Cura donde trabaja como comerciante y arriero. Su incontenible impotencia se desborda, tal vez producto de su carácter, mezclado con visiones de injusticias y desafueros, al punto que debe marcharse por un altercado que deja varios heridos.

Cipriano Castro y Gabinete

El siguiente año lo transcurre radicado en San Fernando de Apure dedicándose al comercio. Pasan así cuatro años más. Se asocia laboralmente con Don José M. Pimentel. Un incidente con el administrador municipal de San Fernando por cargarle una multa incita a “Maisanta” a asegurar que tomará las armas otra vez. Cumpliendo lo apalabrado, el mes de abril de 1914 se une al ejército gubernamental en San Fernando de Apure, recomendado por el General José Rafael Núñez, presidente de ese Estado. El 3 de junio con grado de Coronel, sale a suprimir una rebelión guerrillera en el Alto Apure a bordo del “Masparro”, un barco de vapor del que se apodera al día siguiente, apresando a varios funcionarios oficiales. Su idea era tomar sorpresivamente la ciudad de San Fernando, pero al fracasar el intento por la delatora voz de Silvestre Castellanos, se refugia en el Oeste desplazándose en ese vapor. El alto mando militar da la orden de captura, y se inicia su persecución el 10 de junio. El 11 invade y toma el Puerto de la ciudad de Nutrias. Después se va a Elorza y de allí pasa a El Viento, en Colombia.



En enero de 1915, “Maisanta” da muerte a dos hombres del gobierno que lo buscan para asesinarlo. Ya no hay vuelta atrás. Las circunstancias lo ponen en Jaque. Ahora más que nunca se opone al poder desmedido, las imposiciones y la politiquería. Se muda al Arauca colombiano y permanece ahí hasta el año siguiente, el 2 de abril de 1916, asalta a El Viento (Colombia) y a Elorza (Venezuela) junto a Baudilio Escalona. En estratégicos movimientos militares, Pérez Delgado y su comitiva dormían de noche en las sabanas de El Clarito y de día comían en Elorza, donde mantenían un gobierno de facto. Durante un tiempo fue protegido del General Tinaquillero Alfredo Franco, el que se cuenta fue su iniciador marcial, y quien lo mantuvo en su hato araucano como caporal de sabana, de incógnito, mientras desesperadamente era buscado por el país vecino.

En 1916, el General Pedro Pérez Delgado, a quien llamaban Maisanta, era solicitado por el gobierno venezolano; exigían su extradición desde Colombia, donde se encontraba refugiado; el Juez Penal del Estado Apure le instruyó un expediente por la presunta comisión del delito de homicidio y de acuerdo a las características físicas visibles y algunos datos que conocían de él, se expresaban sus datos en la requisitoria librada: “Estatura alta, delgada, color blanco catire, ojos verdes, cara lampiña, de bigotes ralos, pelo castaño ensortijado” Si. Era un catire alto a quien llamaban “El Americano”, porque parecía un musiú. Lo blanco le venía por los Delgado, gente antigua en Guanare y Ospino. El padre era más oscuro y pelo malo.” (Botello, 2005:15).

En mayo capturan a Pedro Pérez Delgado y Baudilio Escalona en las sabanas de Arauca en una misión dirigida por el General Vicencio Pérez Soto, “…el hombre más útil para el régimen en el llano apureño en esos tiempos de guerrillas…” (Botello, 2005:8); disponiéndose a acabar y dispersar la partida de “Maisanta”. Mientras se concretan las diligencias para extraditarlo a territorio venezolano, permanece primero en Santa Rosa de Viterbo (Boyacá, Colombia) y luego, tras un intento de fuga, termina 33 meses en el Panóptico de Tunja, prisión de máxima seguridad y de deplorables condiciones.

En diciembre de 1918 lo dejan libre. Y exactamente un año después, invade el hato “Mata de Piña” del General Luis Felipe Nieto, en tierras colombianas. En vísperas de navidad toma nuevamente a la ciudad de Elorza junto a Baudilio Escalona y a unos 25 hombres. En Elorza el corazón de “Maisanta” palpitaba, su sístole y diástole se escuchaban ya por todo el territorio nacional. Era el amigo de los desamparados, luchador por los derechos de los más pobres, hombre embraguetado que no se dejó timar por los vampiros del norte, ni su sangre, ni su integridad, ni su memoria.

Se incorpora al Doctor Roberto Vargas y a las fuerzas anti gomecistas del General Emilio Arévalo Cedeño en Puerto Carreño (Colombia), en abril de 1921. Es designado comandante de uno de los batallones y durante todo ese año se mantuvo activo en contra del régimen. Se llevan a cabo las tomas de Caicara del Orinoco, Cabruta, Guasdualito, en Apure y un exitoso combate en La Ceniza, a orillas del Capanaparo. Se vuelve a Arauca “Maisanta” desilusionado por disputas internas entre jefes. Es entonces cuando el presidente de Apure, Hernán Febres Cordero, garantiza su regreso al llano y se asocian en la compra-venta de ganado. Se marca un cambio de rumbo en la vida de Pérez Delgado, ahora, del lado del gobierno, persigue a su otrora compañero Arévalo Cedeño en el Alto Apure.

Un hombre como “Maisanta”, con carisma, gracia, elegancia y vigor, será siempre perseguido por la envidia de otros hombres, por la traición y la trampa. Así lo sintió dentro de las tropas anti gomecistas, y no se salvaría dentro de las gubernamentales.

En mayo del 21 cumple una misión oficial de abastecimiento, almacenando ganado en el Bajo Apure. Simultáneamente ocurría una invasión anti gubernamental en San Fernando. En bien llegó de la labor, sorprendióse “Maisanta” al ser detenido por orden del presidente del estado, en su despacho, por supuesta complicidad con las fuerzas opositoras, al mando del General Waldino Arriaga Perdomo, protagonistas de la reciente toma a San Fernando. Por más esfuerzos que hizo para explicar que tal confusión fue causada por chismes desproporcionados, el guerrero es encarcelado, incomunicado y condenado a llevar pesados grilletes -Que no se sabe cómo, se los quitaban los del Castillo para descansar-, orden exclusiva del caudillo de La Mulera. Al tiempo es trasladado a la Prisión del Castillo Libertador en Puerto Cabello junto a su hijo Ramón Márquez. En el Castillo se agudiza el problema de su vista y sufre constantes asfixias al comenzar a fallarle el corazón.

Su hermana Petra se presentaba siempre por esa carretera donde decían que iba a pasar el General Gómez. “Se llevaba ramos de flores y dentro de ellos papelitos en los que escribía: “General deme a mi hermano” (Wanloxten, 1992:19). Cada oportunidad que tenía le hacía le misma petición. El General le respondía que al joven Ramón (hijo de Pedro Pérez, criado por Petra) si se lo daba, pero al viejo no. Después de tanto insistir, un buen día le dice Gómez que se lo daría de aguinaldo, pero el tiempo no perdonó, y la muerte le llegó antes.


General Juan Vicente Gómez

El 8 de Noviembre de 1924, a la hora del crepúsculo, muere a los 44 años Pedro Pérez Delgado de un sincope cardíaco, y no de ingerir vidrio molido como se creyó en algún momento. Poco después que los carceleros cerraran la puerta de los calabozos, viene Pedro Pérez pálido, con la mano derecha en el pecho. La izquierda reposaba sobre su escapulario de la Virgen del Carmen que le enviara Rosarito con su hermana Petra.

Como contara Oldman Botello en la historia documentada del legendario “Maisanta”:


 “Allí cayó, entre sus amigos Juan Carabaño y el capitán Eduardo D’ Suze, Un infarto fulminante le quitó la vida al gran guerrillero. Al sabanero insigne. Sus amigos, al percatarse que no tenía colocados los grillos se los calzaron nuevamente y comenzaron a gritar a los carceleros. “Lo sacarán por la mañana”, respondieron desde la garita” (Botello, 2005:221).

Fue velado toda la noche por sus compañeros de celda. A la mañana siguiente es envuelto en una sabana y conducido en carreta hasta el cementerio de Campo Alegre en Puerto Cabello donde era la orden sepultarlo inmediatamente. El 9 de noviembre “…una carreta de mula cansina llegó con su carga de muerte al viejo cementerio del siglo XIX, se fue derecho al lugar nombrado El Olvido, exclusivo de los presos provenientes del Castillo. Allí se le depositó, junto con decenas de presos anónimos (…). Culminaba un destino, pero empezaba una leyenda que ya lo era en vida” (Botello, 2005:221-223). Ana Isabel Domínguez de Lombano, su hija, rememora el momento diciendo:

“No nos lo dejaron ver. Cuando nos enteramos fuimos a Puerto Cabello y ya lo habían enterrado (…) Ramón tuvo la oportunidad de estar en el cortejo. Lo llevaban en una carreta. Allí iba la urna y Ramón se le empató atrás, hasta afuera del cementerio, en la parte de atrás, donde enterraban a los políticos muertos (…) Yo llegué a ver el sitio, con una gran reja de hierro, una cerca de alambre. Allí enterraron a mi papá y mi Tía Petra le mandó a hacer un trabajo, pero las tumbas se perdieron porque eso lo demolieron (Wanloxten, 1992:20).
Su lápida se pierde para siempre cuando dicho cementerio es clausurado y eliminado en la década de 1970, más su espíritu y su memoria siguen intactos de boca en boca en las gentes que lo conocieron y en las que no, flotando por todos los infinitos rincones del llano central y occidental venezolano y todo el territorio nacional.

Es importante tomar en consideración, que Pedro Pérez Delgado “Maisanta”, le tocó vivir la decadencia del caudillismo y la formación de un ejército nacional como desde hacía mucho tiempo no se ensamblaba en Venezuela. A una real y fuerte estructura debieron enfrentarse estos pequeños grupos de valientes hombres. “Es de admirar el coraje de que hicieron gala esos compatriotas por lo desproporcionado de la lucha, el desprecio con que se jugaban la vida en medio de las más duras condiciones de una naturaleza hostil que a la vez les servía de cobijo…”(Tapia,1976:9).

Era un hombre de carne y hueso “Maisanta”, tierno con los niños, desprendido en lo material, con “el chiste y la chanza a flor de labios” (Botello, 2005:11). Como todo ser humano contenía su lado lóbrego, sus debilidades, sus ambiciones, pero nunca fue el personaje que tanto los boletines como la prensa oficial se empeñaron en difundir: un ladrón de ganado, un hombre peligroso y carnicero matón a mansalva. Muy al estilo de las tradicionales conductas mas media de la actualidad. Los muertos que se le achacaban, eran los mismos que perecían en los combates. Luchaban contra “…un régimen que no daba tregua; el mismo que pagaba espías para vigilar sus pasos; sobornaba a autoridades colombianas; amenazaba a dueños de hatos y al peonaje para obligarlos a informar el paradero de los enemigos escondidos en cualquier mata o “plan de caño seco…” (Botello, 2005:13).


Como dice el Doctor Tapia en El último hombre a caballo:

“Maisanta fue algo así como un último caudillo popular que levantaba multitudes para una revolución, cuyo sentido el mismo no lo pudo precisar con claridad. Pero “Maisanta” poseía carisma y simpatía suficientes para que sin ser un jefe de mando y con éxito entre los otros jefes de la revolución anti gomecista, lograra calar profundamente en el alma simple de la gente, hasta el punto de que se le recuerda mucho más que a todos los otros autores de aquellos sucesos” (Tapia, 1976:29)

                                                            Descendencia

Pedro Pérez Delgado, tuvo una fuerte conexión familiar en Villa de Cura, a causa de una hija suya, Ana Isabel, y su madre Rosarito, de todos sus amores el preferido, al punto de que poco falto para casarse y radicarse en el lugar. Asimismo tenía lazos familiares en Ospino, Sabaneta, San Fernando de Apure, Camaguán, Guasdualito, Nutrias y Elorza. Su primogénito se tiene conocimiento que fue Ramón Márquez, nacido de M. Márquez en Ospino en 1900, el hijo que acompaño a su padre desde muy joven en sus andanzas, padeciendo juntos hambre, frío, miedo, prisión. Luego conoció a Claudina Infante, en Sabaneta, de cuya unión brotaron dos hijos: Pedro (1903) y Rafael Infante (1904); “cara larga y nariz recta, con los ojos color guarapo, para reconocerlos siempre como los hijos de Maisanta, dice José León Tapia” (Botello, 2005:16). Luego nace José Ramón Flores, hijo de Rosa Flores en El Rastro, estado Guárico hacia 1908 o 1909. Ana Isabel Domínguez nace el 2 de julio de 1913 en Villa de cura, su madre fue Rosarito Domínguez, la preferida de “Maisanta”, según cuentan. Tuvo dos hijas más de las que muy poca información se tiene; ellas son Elvira Singer y Eliana N. N.

De la segunda generación de Rafael Infante de Sabaneta, se sabe que se casó con Benita Frías, y fueron sus hijos, Elena Frías (1935), y Edilia Frías (1937). Elena se casa a su vez con el profesor Hugo de los Reyes Chávez en 1952, naciendo en 1953 Adán Chávez Frías, y el 28 de julio de 1954 Hugo Chávez Frías, teniente coronel de Ejército con especialidad en blindados, actual Presidente de la República Bolivariana. Luego vinieron Narciso, Aníbal, Argenis, Enzo y Adelis Chávez Frías.



Llanero alzao, canto silencio en canto el guerrillero va delante cantando, rumbo de asombros los 40 caballos cabalga al frente Pedro Pérez Delgado, unos lo llaman Maisanta y otros el americano, no hay quien le pique adelante no hay quien le aguante la carga, no hay guerrillero en los llanos que le eche la concha al agua.



Andrés Eloy Blanco



             Por ahí anda suelto el nieto de Maisanta


FUENTE BIBLIOGRáFICA

BOTELLO, Oldman (2005) Historia documentada del legendario Pedro Pérez Delgado. Maisanta. Ediciones El Centauro. Caracas / Venezuela.

TAPIA, José León (1976) Maisanta, El último hombre a caballo. Ediciones Centauro. Caracas / Venezuela.

WANLOXTEN, Gustavo (1992) Maisanta en caballo de hierro. Fuentes Editores. Caracas / Venezuela.