Sin duda alguna nada fácil homenajear y descubrir a este inolvidable y popular personaje venido de
las rurales épocas gomecistas, salido silenciosamente entre aquellas vecinas
aldeas, con sus matices claroscuros dándole paso lentamente y sin apuro al progreso.
Hoy, las huellas del tiempo nos alcanzan, nos unen y se alinean con la
existencia de la centuria que le vio nacer. Tristemente lo recordamos como un
pobre actor social atiborrado de cuentos, atribuciones e invenciones, tal vez
ilusorias o a lo mejor son ciertas… su lenta pisada exhibía el fastidioso
trajinar de su vida con el padre tiempo.
Hijo de Julia Veloz y de
un caletero y sepulturero de nombre Carlos Carrillo, apodado "El Capitán
del diablo", labores que también desempeñó nuestro inolvidable y popular
personaje . De su labor como sepulturero iniciada en su adolescencia cobra
fuerza con un comentario señalado por el historiador y apreciado amigo Wilfredo
Bolívar cuando señala: “Mamajúa no salía del cementerio de Acarigua y
permanecía al lado de la tumba, cuando esta mujer murió en Acarigua en 1933. Es
decir que Julia Veloz murió de apenas 40 años”, tenía entonces 15 años cuando
pierde a su protectora progenitora el lozano Mamajúa.
José Ramón recibió por
nombre y nació casi en el cuarto lustro del siglo XX precisamente en 1918, los
que le recordamos lo vimos con su pausado caminar por las calles de Acarigua y
Araure pidiendo mansamente unas monedas. Su patronímico correspondía a que por
una dificultad para el aprendizaje en vez de llamar a su madre julia, le decía
“Mamajúa”, su torpe marcha por sufrir de un síndrome denominado elefantiasis...
Siempre se le veía por las calles con su carro de mano, para recoger basura y
su inseparable garrote, este, intimidaba a muchas personas.
Fue una existencia terrible,
en un difícil tiempo que le toco vivir, falto de solidaridad, compasión y amor,
o de una amiga mano que le hubiese hecho más fácil su pavorosa existencia. Al
respecto el conocido médico zuliano y arraigado en nuestras vecinas ciudades,
el archiconocido en el argot gaitero Calixto Díaz, le compuso unos versos con
su bendecida musa:
“Yo te visto Mamajúa
caminar por la avenida
con una pena escondida
y un gran collar de
amargura”
“Mamajúa, Mamajúa;
Mamajúa quien pudiera,
desaparecer tus penas
y convertirlas en
dulzura”
Queda para los anales de
nuestra localidad: Hoy catorce de abril de 1918 se ha presentado un niño;
escribe el facultado secretario de la prefectura del Distrito Páez del estado
Portuguesa señor Nicacio L. Calles, hacen acto en el recinto el declarante
señor Miguel Dámaso, agricultor en compañía de los testigos presenciales
señores Alberto Calles y Jesús Pérez, mayores de edad y vecinos de esta ciudad.
Indica el pliego natalicio: “...el niño cuya presentación es hijo natural de Julia
Velos de 25 años y vecina de este municipio”. Para las crónicas de nuestra
pequeña y grande historias local entonces se registra que nació José Ramón
velos (sic) el 19 de enero de 1918, certificado por la primera autoridad civil
facultada del distrito Sr. Félix Allanamendi.
Sería sorprendente y
reparadora para su alma y en vísperas de casi un siglo de su natalicio una
fundación o misión de atención y ayuda para los más necesitados, un epónimo
fuera del positivismo exaltador del héroe, paradigma ejemplar en tiempos de
cambio, por ser un alma subordinada con la vida, abandonada por ciegos
cómplices de los pueblos. Honrarlo otorga esperanza y alimenta optimismo el de
que podemos llegar a ser mejores como pueblo y como seres humanos y más con él
y para recuerdo de un extraño e insólito hijo, parecido y semejante a muchos
como lo es y fue el sufrido “Mamajúa”. Cabe señalar que el personaje hizo vida en Acarigua y su figura se recuerda en el anecdotario de la colectividad.
Agradecimiento a Yadira
Peña por hacer llegar a mis manos la partida de nacimiento del popular
personaje. Las fotos en orden agonizante son de Manuel Peña, Luis Escalona
Rangel, Carlucho Ojeda.