Gabriel García Márquez publicó en 1989 el libro El
General en su Laberinto y como era de esperarse, la obra del merecidamente
celebrado Premio Nobel de Literatura (1982) se agotó apenas llegó a los
anaqueles. Como siempre, el hombre de Aracataca había trabajado con mucho
ahínco para lograr éxito y si bien se trataba de una novela histórica, tuvo el
cuidado de consultar la poca documentación existente sobre los últimos meses de
la vida del Libertador para sustentar sus aseveraciones. No obstante, desechó
la seguridad que le proporcionaba la experiencia de haber conocido a fondo el
personaje Simón Bolívar a través de sus lecturas, prefiriendo, en cambio,
buscar historiadores venezolanos que lo ayudaran a cotejar datos que no estaban
en la documentación consultada. Le preocupaba, en particular, la aseveración
que había formulado en las páginas de ese libro en el sentido de que Simón
Bolívar comió mango al lado de su amada Josefina Machado, mientras vivió con
ella en Angostura entre los años 1817-1819.
GABO |
Uno de los asesores seleccionados por el Gabo para
verificar esa data fue el historiador venezolano Vinicio Romero, casado con una
dama guayanesa, región donde vivió varios años. El consejo que le dio fue de no
usar esa información porque tenía la convicción de que el mango no llegó a
Venezuela sino mucho después de la Batalla de Carabobo. Romero basó su
aseveración en lo previamente argumentado por Lisandro Alvarado (1921), Henry
Pittier (1926) y Arturo Uslar Pietri (1967), a lo que hay que añadir que éste
investigador había dedicado todo su esfuerzo intelectual al estudio de la
figura del Libertador y, por esa razón, el escritor colombiano no vaciló en
eliminar ese dato de su obra.
HISTORIADOR VINICIO ROMERO MARTÍNEZ |
No obstante, tan pronto salió a la luz pública el
libro en referencia y se pudo conocer el hecho narrado, el investigador Pablo
Ojer se puso las manos en la cabeza y expresó con honda preocupación que Romero
no tenía razón, ya que él tenía pruebas irrefutables de la manera cómo se
introdujo el mango en Venezuela durante la época provincial.
La afirmación la hizo ante un grupo de familiares y
amigos que lo acompañábamos en su casa de Santa Inés, en Caracas, quienes con
gran interés escucharon las precisas y bien documentadas explicaciones del
profesor Ojer, quien tiempo después escribe en el Diario de Caracas
(04-05-1991) un artículo titulado “Sancinenea, introductor del mango en Guayana”,
en el cual presentaba las pruebas de que le asistía la razón.
Fermín de Sancinenea (Comerciante vasco en América
en el s. XVIII. Capitán del navío "San Ignacio de Loyola" de la Real
Compañía Guipuzcoana de Caracas en 1775, en 1783 escribió Razón suelta de la
provincia de Guayana.)
En efecto, la sabrosísima fruta, que tanto
disfrutamos cuando niños sin preocuparnos por saber su procedencia, entró en
nuestro territorio de la mano del navegante Fermín de Sancinenea en el ya
lejano año de 1789, suceso que le informó con detalles al ministro Antonio
Valdés en carta que le envió el 29 de abril de ese año, en la que le decía que
logró sembrar en Angostura (hoy Ciudad Bolívar), con permiso del gobernador de
la provincia, "... las plantas y semillas de que Vuestra Excelencia
quedará impuesto por el adjunto documento que acompaño...". Y en el
referido anexo, Sancinenea especificaba que había sembrado canela, nuez
moscada, el clavo, la pimienta de Castilla y el mango, precisando que esta
última se produce en la isla de Ceilán (Sehilán en el original), en la India,
de donde fueron conducidas al Nuevo Mundo.
En el documento se explica el modo cómo Sancinenea
le repartió la semilla a varios hacendados y vecinos de Guayana, entre quienes
se hallaba su amigo Félix Farreras, a quien le informó cuál era la mejor fecha
y el método más adecuado para sembrarla, lo que debía seguirse al pie de la
letra si se quería obtener frutos jugosos y hermosos. La técnica le había sido
confiada por los hindúes de Cayena a los que compró las semillas. En esa época,
los nacionales de ese país emigraban en gran cantidad a la isla de Trinidad y a
la región guayanesa que ocupaban los franceses y holandeses. Faltaba todavía algún
tiempo para que Francia le cediera parte de su colonia a Inglaterra (1815) y se
constituyera la Guayana Británica.
Sancinenea tuvo suerte en lograr que su mensaje
fuese captado a plenitud, lo que permitió la rápida reproducción de la planta,
que se adaptó estupendamente a la geografía de la Guayana venezolana y, más
tarde, a la del resto del país, tal como pudo comprobar Alejandro de Humboldt
en 1800 durante su visita a la ciudad de Angostura (Viaje a las Regiones
Equinocciales, IV, p. 396), ocasión en que fue atendido por Farreras, quien
había llegado a alcanzar una posición de gran importancia en esa región. Su
relevancia era tal, que fue uno de los que extendió certificado de
reconocimiento al gobernador Manuel de Centurión Guerrero en 1771, dando fe
sobre sus realizaciones en materia de poblamiento y administración, documento
en el que también aparecen las firmas del vicario Andrés Callejón y del
comandante Nicolás Martínez, entre otras.
Otro dato importante en torno a este hecho es que
Sancinenea remitió al conde de Campoalange, consejero de Estado de Carlos IV,
los certificados que avalaban la introducción del mango en Guayana, que le
fueron proporcionados por el gobernador y por el Cabildo de Angostura. La
correspondencia la redactó en una carta fechada en Aranjuez el 27 de mayo de
1795, mientras se encontraba en España, en la que aportaba datos de gran
interés que le abrieron las puertas del Palacio Real, siendo atendido
personalmente por Campoalange, quien después de constatar la documentación que
le fue consignada, procedió a felicitarlo y de inmediato tramitó su designación
como Capitán de Puerto en la ciudad de Puerto Cabello, así como su ascenso al
grado de Capitán de Navío, cargo que le fue concedido y que desempeñó a
cabalidad, como había sido su conducta en todas las posiciones que logró
obtener durante su larga e intensa vida.
Años después, cuando se sintió envejecer, solicitó
su pase a retiro a don Manuel de Guevara y Vasconcelos, Gobernador y Capitán
General de la Provincia de Venezuela, quien accedió a ello y, en consecuencia,
le escribió a Carlos IV pidiéndole que le concediera la jubilación requerida en
carta fechada el l7 de diciembre de 1803. La solicitud fue aceptada por el
monarca, lo que le permitió a Sancinenea regresar a España en el atardecer de
su existencia, después de haber tenido una vida plena de hallazgos y
realizaciones, entre las que se destaca la introducción del mango en
Venezuela.
Fermín de Sancinenea era un marino nacido en la
población de Fuenterrabía, provincia de Guipúzcoa, quien muy joven se embarcó
hacia América en un barco de la Compañía Guipuzcoana y, después de varios años
de servicio, logró en 1757 que el gobernador de La Española le otorgara el título
de Capitán de Mar y Tierra del paquebote Nuestra Señora de la Concepción, con
lo que mejoró notablemente su posición, ya que a partir de ese momento tendría
bajo su responsabilidad el comando de un buque encargado de transportar
pasajeros y correspondencia entre España y los puertos americanos.
Fue justamente esa actividad la que le permitió
llevar el mango a la población de Angostura, en Guayana, treinta y dos años más
tarde. La explicación de la manera
cómo logró encontrar e introducir la
mencionada fruta en nuestro país se encuentra en la carta-informe que envió al
gobernador de la Provincia, la cual fue encontrada por Ojer en 1954 en el
Archivo de Simancas, ubicado en Valladolid, España, mientras efectuaba estudios
de post-grado en ese país. En el documento, Sancinenea narra las peripecias del
viaje que empezó el 19 de enero en Angostura y que continuó por el caño de
Imataca, después de un breve descanso en los Castillos de Guayana, cercanos a
San Félix.
Su viaje lo prosiguió navegando hacia la isla de
Tobago en la que encontró al conde de Dilón, gobernador de Martinica, a quien
condujo a esa isla francesa, permaneciendo allí una corta temporada. Luego tomó
rumbo a Cayena, capital de la Guayana Francesa, donde adquirió la semilla del
mango, además de las otras ya mencionadas, las cuales llevó a Angostura en
abril de ese mismo año, tres meses antes de que Bolívar cumpliera su sexto
aniversario. Veintiocho años después, el Libertador tendría la oportunidad de
saborear la deliciosa fruta al lado de su amada Josefina, en las riberas del
inmenso Orinoco.
Simón Bolívar en
Carabobo.
Pintura de Arturo Michelena realizada
en París en 1888. Este
cuadro está en el Palacio de Gobierno de Carabobo
|
Sobre la vida de Sancinenea trabajó también Diego
Serpa Arcas, quien se topó con la figura del guipuzcoano mientras investigaba
la ruta de Humboldt, habiendo llegado a la conclusión de que fue ese hombre de
mar el que introdujo el mango en Venezuela y de su labor dejó constancia en un
artículo que publicó en El Universal del
26 de mayo de 1985.
El mango en la historia de la medicina
La historia del mango es de antiquísima data. Se
cultivaba ya en tiempos prehistóricos, según se puede inferir de antiguos
documentos existentes en la India, donde
se mencionan las propiedades de esa sabrosísima fruta. La información se
encuentra en muchísimas publicaciones, tal como se puede comprobar en la
lectura de las Sagradas Escrituras traducidas del sánscrito, la antigua lengua
de los brahmanes, así como en multitud de leyendas recogidas en libros
folclóricos de la India en los que aparecen detalladas narraciones sobre las
bondades del mango en asuntos relacionados con la salud, hasta el punto de
haber sido calificado de fruto sagrado. De hecho, el árbol del mango ha sido
objeto de veneración en ese país desde tiempos ancestrales, que se estiman en
unos dos mil años antes de Cristo.
En Venezuela, al mango también se le ha hecho
acreedor de reconocimiento, debido a sus características intrínsecas y por
haber contribuido al sustento de los agricultores que se dedicaron a su
cultivo. En el estado Cojedes, por ejemplo, el gobierno regional llegó a
conceder la “Condecoración del Mango”, dada la admiración que le tienen sus
moradores a esta fruta, debido a sus múltiples acciones beneficiosas para la
salud, cuyas bondades han sido comprobadas y reconocidas mundialmente por el
gremio médico, por los nutricionistas y por el ciudadano común. Sus
aplicaciones son numerosas, pero las más reconocidas son las de proporcionar
antioxidantes al cuerpo, lo que le permite actuar en forma preventiva contra el
cáncer del colon, además de suministrar vitaminas C y B5, lo que facilita el
metabolismo de los hidratos de carbono y el tratamiento de problemas en la
epidermis.
Infusión de cogollo de palo e' mango, canela, clavos y pimienta de olor |
No obstante, su ingestión excesiva produce efectos
laxantes, sobre todo en los meses de abril y mayo que es cuando ocurre la sobre
abundancia de la fruta y, obviamente, eso produce un consumo desbordado en la
población. Y la razón es que el mango tiene un alto contenido de fibra, por
cuyo motivo se debe tener la precaución de no
ingerir más de 300 gramos al día. En esa cantidad es una excelente ayuda
para el estreñimiento, debido a que facilita la digestión, según se ha podido
comprobar, pero es fácil caer en excesos dado el rico sabor de la fruta.
Solución para el
Chikungunya
|
Sus beneficios para la salud son de tal magnitud que
está totalmente comprobada su positiva influencia en la reducción de las tasas
de colesterol y como coadyuvante en el control de la glicemia, lo que resulta
altamente gratificante para el ser humano. También es recomendada su ingestión
para las personas que padecen de insuficiencia renal, pues tiene un alto
contenido de potasio y, como si eso no bastara, posee además un efecto saciante
que favorece a las personas que sufren de diabetes o de exceso de peso. A todo
esto se debe agregar que hay muchas personas que le atribuyen efectos
afrodisíacos y si bien esto no ha sido del todo comprobado, vale la pena
averiguar. Como se puede observar, hay múltiples razones para estar agradecidos
del mango y al entenderlo así se puede comprender por qué los hindúes lo
veneran con tanta devoción, atribuyéndole parte de su felicidad. También ayuda
a entender a los cojedeños, a los guayaneses y a otros connacionales que
celebran la fiesta del mango con alegría contagiosa, costumbre que se ha ido
extendiendo en Venezuela.
Las cualidades del mango
El mango es una fruta de pulpa carnosa, baja en
calorías, de sabor dulce y grata al paladar, que está lista para ser consumida
cuando su concha se torna amarilla o rosada, según la variedad. En Venezuela se
prefiere la especie llamada “Bocado”, que resulta deliciosa por su sabor y
contextura, pero también se puede conseguir el mango “Manila” en el oriente del
país, tal como asevera el célebre historiador Germán Carrera Damas quien es un
fiel y constante consumidor de la deliciosa fruta. Carrera estima que esta
variedad de mango entró en América a través de Acapulco, México, después de
cruzar el Océano Pacífico desde Luzón.
Tal posibilidad es altamente factible y de hecho
hay autores que han señalado que
viajeros españoles llevaron la fruta desde la India hasta Manila a fines del
siglo XV, lo que explicaría su llegada a México en una época en que España
comenzaba a tomar posesión del continente recientemente ocupado por Colón. Si
bien el mango “Manila” es apreciado en la región nor-oriental del país, una
variedad que también compite en la aceptación de los consumidores es el mango
“Melocotón”, de gran tamaño, que posee sabor y olor muy similar al melocotón en
almíbar, característica que le ha hecho ganar ese calificativo.
Entre las variedades más populares de la “Mangifera
indica lennis”, como se llama científicamente a la popular fruta, están: los
mangos de hilacha, riquísimos en fibra; los de injerto, favorecidos ampliamente
por el comercio, entre los que se destaca la variedad conocida como la manga; y
el bocao, que es el preferido por la mayoría, dado el delicioso sabor de su
pulpa y al hecho de que se puede comer sin la incomodidad del mango de hilacha,
que si bien muy sabroso, tiene la desventaja de incrustarse entre los dientes,
lo que obliga al consumidor a ayudarse con los dedos para sacarse de la boca el
indeseado visitante, lo que no es apreciado por las damas, que encuentran
decididamente vulgar ese indeseable hábito.
El árbol del mango
Puede alcanzar hasta unos treinta metros de altura,
aunque los agricultores prefieren a los que tienen un promedio de diez metros,
lo que consiguen mediante la técnica de aplicación de injertos. De ese modo
incrementan la producción en el menor tiempo posible, aumentando la
productividad, además de facilitar la recolección del producto durante la
cosecha. De esa práctica agrícola surgió el dicho de que "los mangos están
bajitos", refiriéndose sin duda a que cuando las matas están bien cargadas
el trabajo de los campesinos se facilita, haciendo menos ardua su labor. También
permite que los niños puedan acercarse a las matas de mango y atrapar las
frutas con más facilidad, muchas veces sin el consentimiento de sus dueños. Es
común ver en los alrededores de los mangales, en tiempo de cosecha, niños
corriendo con el producto de su rapiña entre las manos, mientras los
productores les gritan improperios. Pero todo ello, bueno es decirlo, forma
parte de la tradición del pueblo venezolano y nunca se ha sabido de un niño que
haya sido encarcelado o herido como consecuencia de haberse adueñado de un par
de buenas mangas del solar vecino.
El mango en la política
En el siglo XIX se hizo muy popular el dicho “Los
mangos están bajitos” y se usó mucho en la política, pues servía para expresar
que las cosas estaban listas para ser llevadas a cabo o que ya el asunto en
ciernes había sido descubierto. Tal creencia popular pudo ser comprobada en
1913 por el general Francisco Linares Alcántara, pero el aprendizaje le costó
la enemistad de Juan Vicente Gómez y el exilio. El problema se originó debido a
la ruptura política entre los generales Román Delgado-Chalbaud y Gómez, que
habían sido muy buenos amigos, compadres y socios en varias empresas, pero que
en ese año se enfrentaron por rivalidades y malentendidos, lo que llevó al
primero a implementar un proyecto para derrocar a su compadre Gómez.
Linares Alcántara, que había sido separado de sus
responsabilidades de gobierno, se involucró en la conspiración, a pesar de ser
muy allegado a Gómez, hasta el punto de que tenía amores con Regina, la hermana
del dictador, a la que había prometido matrimonio. Cuando Gómez se enteró del
intento que se fraguaba en su contra procedió a designar al coronel Agustín
Tirado Medina para que detuviera a Delgado-Chalbaud. Tirado aceptó el encargo,
pero sabía muy bien que la misión encomendada era peligrosa y, por tal razón,
averiguó los hábitos del militar en desgracia y pudo saber que acostumbraba
salir muy temprano en su coche tipo Victoria, que era guiado por dos hermosos
purasangres color castaño y, con esa información, tomó la decisión de esperarlo
frente a su casa desde las primeras horas de la madrugada.
Su estrategia dio resultado. Poco antes de las seis
de la mañana del 17 de mayo de 1913, Tirado escuchó que el coche del general
Delgado-Chalbaud se aproximaba y con todos sus sentidos en alerta se aprestó a cumplir sus instrucciones y se
colocó frente al portón, pues sabía muy bien que el conductor tenía que
aminorar la velocidad en ese lugar para poder salir de la casa y tomar la
calle. No hizo falta ninguna violencia. De hecho, Delgado-Chalbaud lo conocía
muy bien y, tan pronto lo vio, ordenó frenar el coche para conocer el motivo de
la presencia de Tirado, lo que éste aprovechó para saludarlo militarmente y al
acercársele le colocó un revólver en el pecho para luego conducirlo preso a La
Rotunda.
Linares Alcántara se enteró del suceso a través de
Regina, hermana del Presidente, quien le dijo: Es mejor que salgas del país por
un tiempo, Panchito, mientras las cosas se arreglan. Linares le hizo caso a su
novia, pero dudó mientras preparaba su salida: ¿Será verdad que su futuro
cuñado lo quiere detener? Y ante la incertidumbre, decidió llamar por teléfono
al Presidente y al responderle se produce el siguiente diálogo:
-Ala,
Alcántara, ¿qué noticias me tiene?
A lo que Linares Alcántara contesta:
-Nada, mi general, quería saber si todo estaba bien.
¿Cómo
van las
cosas?
Y Gómez le expresa:
-Pues, nada, amigo Alcántara. Es que como los mangos
están bajitos, estoy meniando la mata pa’ que se caigan.
Tan pronto escuchó esas palabras no lo dudó
más y como conocía muy bien a Gómez sabía que su vida estaba en peligro. Por
tanto, esa misma noche cabalgó a toda marcha hacia Puerto Cabello, donde tenía
una chalupa esperando para conducirlo a Curazao.
Es posible que el dictador deseara dejarlo escapar
por petición de Regina, pero Linares prefirió no quedarse a esperar la decisión. La desgracia fue grande
para los protagonistas de aquel suceso. Delgado Chalbaud pagó 14 años de cárcel
y al salir en libertad comandó la invasión del Falke y allí murió en un
enfrentamiento contra el general Emilio Fernández. Regina murió soltera,
recordando a su dulce Panchito y el matrimonio que no pudo ser. Y Linares tuvo
que esperar la muerte de Gómez para regresar del exilio. Es decir, tuvo que
aguardar a que los mangos estuvieran bajitos, lo que equivalía a decir: a que
Gómez muriera.
A su regreso a Venezuela, tuvo la oportunidad de
observar "la meneada de mata” que efectuó López Contreras, para que “los
mangos cayeran". Es decir, meneó la mata de mango, pues ya estaban maduros
y había que propiciar su caída, lo que significa en el lenguaje político
venezolano que el Presidente tenía que propiciar los cambios que la nación
requería o el tumbado habría sido él.
Años más tarde, el doctor Luis Beltrán Prieto
Figueroa criticó la alianza de Jóvito Villalba -jefe del partido URD, de
ideología liberal-, con Herrera Campins -candidato socialcristiano a la
Presidencia de la República- y expresó que eso era como una ensalada de mango
con morrocoy, incorporando un nuevo dicho al ya amplio vocabulario relacionado
con la fruta, modernizando la expresión tradicional de que “eso es más raro que
un plato de mango con arroz” o también que “eso es un arroz con mango”. Quería
expresar el recordado maestro Prieto que era una alianza imposible y en ello
tuvo mucha razón, pues ésta no se prolongó más allá de unos meses, mientras
duró la “luna de miel” de 1979.
En mayo del 2015 un mango fue lanzado al Presidente Nicolás
Maduro.
He aquí su reacción: “Hoy me dieron un mango. Ahorita. El mango está de
moda. Estamos en tiempos de mango. Yo porque me descuidé y volteé para allá (la
derecha). Cuando volteé para allá, pin, me habían lanzado un mango… es que el
pueblo tiene unas cosas”, aseguró Nicolás. Señaló que el “mango está de moda”,
y dijo que el pueblo venezolano es muy creativo, al inventar el “método de
comunicación del mango”, pero pidió encarecidamente, que no le lancen los
mangos, que si desean usarlos de carta que se lo den “en su manito”. Por otro lado reseñaron medios de
comunicación que la señora de 54 años Marleni Olivo, quien lanzó al presidente
Nicolás Maduro un mango con su número telefónico, relató que cuando vio acercarse a Maduro pidió un
marcador y rápidamente escribió sus datos en la fruta porque no tenía papel. La
fruta tropical tenía escrito un número y un nombre con el texto: "Si puede
me llama".
El mango y el amor
No obstante, el léxico del mango va más allá de las
peligrosas sutilezas políticas. De hecho, la exquisita dulzura de la fruta, su
aroma, su textura y las redondeces de su forma encuentran un campo fértil para
que los enamorados de todas las épocas lo relacionen con el amor y con la
belleza femenina. Es frecuente escuchar a un joven perspicaz manifestarle a una
linda dama que pasa por su lado: “Eres más dulce que mango de hilacha”, aunque
otros prefieren palabras más crudas, tales como "mi vida, estás como un
mango". Como se ve, la deliciosa fruta también se usa para expresar la
admiración que un hombre siente por la mujer que le agrada.
La economía
En Ciudad Guayana –la región por la que entró el
mango- se ha comenzado el proceso de industrialización de la concha y de la
semilla de esa fruta, la cual tiene una variadísima aplicación en el campo
nutricional y de salud. Particular crecimiento se ha notado últimamente en el
procesamiento de los jugos de mango, a veces combinados con naranja, zanahoria
u otros frutos. Y, como siempre, ha continuado creciendo la comercialización de
conservas y jaleas de mango, de gran aceptación en el mercado venezolano.
Sin embargo, lo que ha permitido la gran expansión
del mango en el territorio nacional fue el desarrollo de la técnica de
injertos, la cual surgió debido a que una buena parte de la producción se
perdía por la carencia de criterios de producción y mercadeo, ya que su
abundancia en la época de cosecha y su lejanía con los grandes centros de
consumo hacían que se perdiera una buena parte de la cosecha. El mango
injertado hace posible que el árbol pueda cultivarse en un ambiente no
apropiado, pero dotado de un sistema de riego controlado, lo que permite
programar varias cosechas y ofrecer el producto durante casi todo el año.
El injerto es el método de propagación preferido por
los productores, pero también se usan los de la semilla y el acodo. Los
injertos pueden ser de de aproximación o de corona. En los viveros se
acostumbra usar maceteros con plantitas de mango a las que se pegan yemas o
púas de la variedad seleccionada. Los expertos sugieren que las yemas para
injertar sean tomadas de las puntas de las ramas jóvenes, lo que revela una
cierta discriminación con las de mayor edad, pero insisten en que el gajo para
injertar y el patrón sean iguales o similares en tamaño y madurez y, en ese
sentido, recomiendan la escogencia de las mejores ramitas, así como la
selección de madera bien madura. Cuando se injerta deben amarrarse ambas partes
con rafia (palmeras de fibra resistente y flexible), cinta plástica o ristra de
platanera humedecida. Después de cuatro semanas se examina la yema y,
lógicamente, el agricultor debe tener sumo cuidado mientras el injerto pega y
la planta comienza a desarrollarse, porque ese es su objetivo. Si trabaja con
cuidado y dedicación, logrará que la planta crezca sana y robusta, lo que
premiará su paciencia y le aportará además una merecida ganancia como
consecuencia de su esfuerzo.
Cualquiera que sea la técnica utilizada para la
propagación, siempre debe considerarse el tipo de suelo y las necesidades
hídricas para poder programar la cantidad de hectáreas a sembrar, la producción
por fechas y el mercado. En este último aspecto se deben evaluar los canales de
distribución y de comercialización, con el fin de garantizar el éxito del
inversionista. Los injertos más solicitados en el mercado occidental son los
conocidos como mulgoba (de forma óvalo-globosa), amino (de forma arriñonada),
pairi (ovalado), camboyana (alargado) y sansersha (de forma de pera).
Venezuela figura de segunda entre los productores de
la América del Sur, superada únicamente por Brasil. El líder de la producción
mundial es Asia, como es de suponer, seguida de África, Norteamérica,
Suramérica, Oceanía y Europa (Fuente: FAO). Si se toma en cuenta el actual
poderío económico de Europa, se puede
visualizar un mercado bien interesante para los productores venezolanos. Hoy su uso se ha extendido a la buena
mesa, abarcando los restaurantes de categoría cinco estrellas, donde los más reconocidos chefs hacen sus mejores esfuerzos para complacer paladares
exigentes.
Róbalo el Chutney de Mango y unas rebanaditas de
Mango Asado, con Arroz Jazmín, Radiccio y Arúgula
|
El mango en la buena cocina y en el bar
Scannone, el reconocido gourmet venezolano, ha
incluido en su libro Mi cocina (2006) la salsa de chutney de mango, pavo
relleno con mango, lairenes y duraznos, el dulce de mango en almíbar y la jalea
de mangos verdes con azúcar o papelón. Helena Todd (1999), por su parte,
recomienda la jalea de mango en su libro Las recetas caraqueñas. La fruta ya ha
llegado incluso al bar y forma parte de la variada selección de cócteles que se
ofrece a catadores exigentes en las barras más sofisticadas del país. Como
podrá apreciar el lector, el mango ha trascendido las barreras culturales en
todo el orbe y no hay un rincón del planeta, en los cinco continentes, donde no
se haya saboreado esta riquísima fruta.
Desde abril y hasta septiembre las calles regalan el
olor y el color de uno de los frutos de la naturaleza que más adeptos posee. Un
manjar que vino de Asia y que América hizo suyo. El mango es la fruta de la
temporada.
El consenso es absoluto. La tentación es, por estos
días, irresistible. No existe alguien que no se rinda ante el inigualable sabor
de un suculento mango, ni quien se atreva a renegar de su dulce sabor. Las
calles, hoy adornadas con el amarillo de esta generosa fruta, son una permanente
invitación al paladar. Le dicen el melocotón de los trópicos.
Este manjar, tan familiar para todos, tuvo que
viajar mucho, sin embargo, para encontrar el lugar que lo recibiría y lo haría
suyo. Países como México, Brasil, Venezuela y las Antillas, en general, lo
producen y consumen durante los meses de temporada con golosa fascinación,
olvidando o ignorando, probablemente, que la fruta no nació por estos predios.
Y es que es tan popular que su nombre también está
presente en el refranero venezolano. Todos saben, por ejemplo, que cuando en el
rito del cortejo uno de los dos involucrados demuestra ser presa fácil de los
requerimientos del otro, se dice que "está como mango bajito". O
también, cuando una situación se presenta confusa o muy enredada, se afirma que
es "un arroz con mango".
Son múltiples sus variedades, pues se conocen más de
mil. El científico y explorador Henry Pittier menciona en sus escritos especies
como el mango jobo, el mango camburito, el mango piña y el mango de pico de
loro. Sin embargo, se identifican tres tipos: el mango de bocado, que como su
nombre lo sugiere puede comerse por bocados, el de hilacha, por las finas
hebras que conforman su pulpa, y la manga, que se caracteriza por ser más
grande que los dos anteriores y por sus tonalidades rojizas.
También son variadas las formas de consumirlos,
virtud que no le es exclusiva, ciertamente, pero es de reconocer que su textura
y sabor permite degustarlo en forma de jalea, jugo, carato, mousse, mermelada o
compota; hay quienes prefieren comerlo verde y aderezado con sal, o bien,
preparando la salsa "chutney", que contiene azúcar moreno, jugo de
limón, ajo, cebolla y picante.
Sin embargo, la fascinación por el mango va más allá
de sus cualidades gustativas, y de las numerosas propiedades medicinales que se
le atribuyen. En India posee una significación especial; se le llama
"fruta del cielo", y el árbol de los deseos. Las antiguas leyendas
hindúes dan fe de la antigüedad del mango y de su importancia. Por ejemplo, se
sabe que el rey Akbar, quien gobernó India hacia el siglo XVI, supuestamente
poseía una plantación de cien mil árboles de mango. Pero hay una leyenda que
pone el acento en su supuesto carácter sagrado, y es aquella que sostiene que
Buda se sentaba a meditar a la sombra de un árbol de mangos. Rafael Cartay, en
su libro El pan nuestro de cada día, no alude a esta leyenda, pero confirma que
la planta es originaria de India y, especifica, que en la península de Malaya
es donde se encontraba la mayor variedad de especies. También agrega que el
cultivo de esta planta se extendía hasta las Filipinas. Por otra parte, la
literatura china del siglo VII constata que el cultivo del mango era
tradicional en las zonas cálidas de China e Indochina.
A pesar de las leyendas sagradas que adornan al mango,
y de sus reconocidas virtudes, el botánico Pittier llegó a señalar que "el
mango incita a la ociosidad, a la invasión de la propiedad ajena y a la
vagancia, además, por bueno y saludable que sea, cuando se goza de él con
moderación, provoca aveces desórdenes en el sistema digestivo y distamucho de
ser un alimento completo". Afortunadamente, lo anterior sólo permite
demostrar que el investigador no era muy afecto del muy codiciado fruto,
actitud que hoy en día, seguramente, le hubiese granjeado muchos enemigos al
insigne científico.
La historia: un arroz con mango
La vía que tomó el mango para llegar a América, es
un punto en el que los historiadores todavía no se ponen de acuerdo. Algunos
sostienen que fue a través del Galeón de Manila, el cual viajó de Filipinas a
México por iniciativa de los españoles hacia mediados de 1500. Otra tesis muy
difundida afirma que gracias a los navegantes portugueses es que los americanos
podemos degustar del sabroso fruto amarillo. Sin embargo, la fecha es
imprecisa, pues no se sabe si fue en el siglo XVI o en el XVIII que el mango
descubrió América.
Según Cartay, algunos estudiosos se atreven a
afirmar que la primera mata de mango se sembró en Bahía, Brasil, hacia 1700.
A las costas venezolanas se cree que llegó en el siglo
XVII: "La referencia más antigua que sobre el tema tenemos es la que cita
Codazzi, en 1841. Appun en 1849 lo señala en las cercanías de Puerto Cabello, y
Adolfo Ernest lo observó en 1869 en el valle de Caracas", advierte el
botánico Jesús Hoyos, en Frutales de Venezuela. Este dato confirmaría que
Gabriel García Márquez no estaba equivocado cuando en el manuscrito de su
novela El general en su laberinto, puso a Simón Bolívar a comer mangos. Se
cuenta que el historiador Vinicio Romero, corrigió al Premio Nobel de
Literatura, con el argumento de que para la época de la Independencia el mango
no había llegado a Venezuela. Así pues, al Gabo no lo quedó otra que cambiar de
fruta, y puso al Libertador a degustar unas deliciosas guayabas.
Pero como vimos, las investigaciones se orientan a
demostrar que Romero estaba equivocado, y que, por lo tanto, Bolívar pudo
comer, no sólo uno, sino cientos de mangos. La historia, más tarde, dejaría
claro que el padre de la patria no los cogió bajitos. l
A Venezuela llegó en el siglo XVII, según la
referencia que hace el geógrafo Agustín Codazzi en 1841; el naturalista alemán
Karl Apunn lo señala en las cercanías de Puerto Cabello en 1849, y el botánico
Adolfo Ernst lo vio en Caracas en 1869. En nuestro país, el árbol ha originado
muchas variedades de mangos y mangas. Los primeros presentan formas más
alargadas y tamaños menores que las segundas.
Entre las variedades, Henri Pittier destaca los
siguientes nombres: mango verde de hilacha, grande de hilacha, de bocado, mango
jobo, mango piña, manga de hilacha, de bocado y de agua, entre otras.
Bibliografía
García Márquez, Gabriel. El General en su Laberinto.
Bogotá: Edit. Oveja Negra. 1989.
GUÍA AGRÍCOLA. Ediciones MAC. Caracas.1968.
Humboldt, Alejandro de. Viaje a las regiones equinocciales
del Nuevo Continente.Caracas: Monte Ávila Editores (Tomo IV). 1991, 2da. ed.
Méndez Salcedo, Ildefonso. La Capitanía General de
Venezuela. Caracas. Edic. ULA-UCAB. (2002.
Ojer, Pablo/ Sanoja, Mario/ Ramírez, Tulio.
Barrancas del Orinoco. Caracas.
Ediciones ME. 1990.
Ojer, Pablo. Sancinenea, introductor del mango en
Venezuela. El Diario de Caracas. 1991.
Scannone, Armando. Mi cocina. Caracas: Editorial
Arte. 2006.
Serpa Arcas, Diego. El mango en la ruta de Humboldt.
Caracas: El Universal. 1985.
Todd, Helena. Las recetas caraqueñas. Caracas:
Editorial L. L. El Nacional.1999.